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Michelle Malkin

El síndrome de déficit de verdad de los Clinton

Hillary culpó de su incapacidad congénita para decir la verdad a su situación de "falta de descanso". Si eso es así, entonces Hillary lleva años sonámbula.

George Constanza, de la serie de televisión Seinfeld, tuvo una célebre ocurrencia: "No es mentira si te lo crees". Así es como un Clinton (el que sea, Hillary, Bill o Chelsea) sobrevive cada día. Mejor vivir en el autoengaño.

En un esfuerzo por pulir sus credenciales en lo referido al liderazgo en política exterior, la senadora Clinton ha vendido una y otra vez una anécdota horrorosa sobre cómo esquivó el fuego de francotiradores durante un viaje a Tuzla, Bosnia, en 1996. A la peligrosa misión, llevaba consigo a su entonces adolescente hija Chelsea. Y al actor Sinbad. Y a la cantante Sheryl Crow. Y, oh, sí, también estaba Emina Bicakcic, una niña bosnia de 8 años de edad que abrazó tranquilamente a la intrépida primera dama y que sobre la pista de despegue le leyó un poema (mientras, un enorme contingente de niños, padres y demás curiosos les rodeaba sin el menor atisbo de preocupación por las balas circundantes).

Cuando Sinbad, el Washington Post y todos los que se dedican a comprobar los hechos en internet refutaron sus cuentos, la senadora Clinton se lo jugó a todo o nada. Insultó a Sinbad tachándole de simple "cómico". Afirmó que sus compatriotas y ella corrieron a buscar cobijo con "la cabeza agachada". Se aferró al relato de que "tuvo que ser puesta a salvo a causa del fuego de francotirador". Y lo adornó más: "No hubo ceremonia de recepción; básicamente nos dijeron que corriéramos a nuestros coches. Eso es lo que pasó."

Cuando saltó a la luz pública el video de la escena de la ceremonia, que no mostraba nada parecido a eso, el síndrome de déficit de la verdad de Hillary se activó, y las excusas sintomáticas se desbordaron sin ningún control: "Lo conté mal". Además, se quejó de que "digo muchas cosas, millones de palabras cada día, de forma que hablo apresuradamente; fue simplemente una cosa mal dicha". Un impagable eslogan de campaña: cuanto más habla, "peor" lo hace. ¡Por fin algo de verdad en la publicidad de Clinton! (Por cierto, en mi pueblo a eso lo llamamos "diarrea verbal".)

Y aún no ha terminado. Se olió que la movida de Tuzla sería simplemente "un fallo puntual sin importancia". Un " fallo puntual sin importancia" que volvió a repetir y a adornar en su autobiografía de 2003, y después en Dubuque (Iowa), en Waco (Texas), y en Washington, D.C., durante los tres últimos meses con el fin de ilustrar su valor, su fortaleza de ánimo, su maestría y su gigantesca ventaja en cuanto a experiencia en política exterior con respecto a Barack Obama.

En una entrevista radiofónica del martes de la semana pasada, Hillary culpó de su incapacidad congénita para decir la verdad a su situación de "falta de descanso". Si eso es así, entonces Hillary lleva años sonámbula.

Esta es la mujer que durante más de una década insistió en que su nombre se debía al difunto Sir Edmund Hillary, sin que pareciera importarle haber nacido seis años antes de que este gran montañero escalara el Monte Everest en 1953.

Esta es la mujer que contaba en el programa de televisión Dateline NBC que su hija se encontraba haciendo footing en Nueva York cuando los yihadistas atacaron el 11 de Septiembre. ¿Qué más da que más tarde Chelsea publicase un ensayo en una revista desvelando que vio los ataques en televisión desde el apartamento de un amigo?

Esta es la mujer que afirmó haber "ayudado a poner en marcha" el Programa de Atención Médica Infantil federal, aunque los promotores originales del programa señalaron que la senadora Clinton combatió la propuesta de ley inicial y no jugó ningún papel en la redacción del texto definitivo.

Esta es la mujer que presumió de ser "la primera" en llamar "genocidio" al desastre de Darfur, afirmación que repitieron su marido y su hija, olvidando que varios senadores lo habían hecho ya en el 2004, mientras que su primer comunicado de prensa aludiendo al asunto como "genocidio" no apareció hasta marzo de 2006.

Esta es la mujer que afirmó haber organizado reuniones "decisivas" en Belfast y juró haber ayudado "a llevar la paz a Irlanda del Norte", por más que los negociadores clave la desprecien por ser "totalmente invisible", "una mera animadora" y "estúpida hasta decir basta".

Y ni siquiera hemos llegado a la era Whitewater que, no por coincidencia, es justo cuando tuvo lugar su episodio imaginario esquivando balas en Tuzla, perfectamente sincronizado para distraer la atención general del juego sucio y las deshonestidades de ella y su marido.

Por lo menos, Hillary "es-culpa-de-mi-madre-que-mintiera-sobre-deber-mi-nombre-a-Sir-Edmund-Hillary" Clinton y Bill "guardo-recuerdos-vivos-de-iglesias-negras-ardiendo-que,-este,-de-acuerdo, -nunca-ardieron" Clinton pueden enorgullecerse de haber criado a una hija que no cayó muy lejos de árbol de la realidad alternativa. Cuando el lunes le pidieron en Bloomington (Indiana) que explicara cómo sobrevivió al inexistente fuego de los francotiradores, la Primera Hija, con un prometedor futuro en la literatura de ficción, respondía tranquilamente: "Estuvimos bien protegidos por nuestro ejército y por el servicio secreto de los Estados Unidos."

Menudos candidatos a presidente tienen los demócratas: uno cuyo gurú espiritual mantiene desde hace 20 años tiene una relación de enfrentamiento con Estados Unidos, y otra que tiene una relación vitalicia de enfrentamiento con la verdad.

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