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Jorge Vilches

Serios contra indecisos, ¿y qué?

Las crisis en los partidos, si son tratadas de forma eficaz, se convierten en una demostración pública de fortaleza organizativa e ideológica. Otro camino es regalarle al PSOE una legislatura sin oposición y unas prósperas próximas elecciones.

Rajoy dijo, con acierto, que si en el congreso de junio sólo había una candidatura, la suya, se diría que su nombramiento era "a la búlgara". Por el contrario, remató, si se presentaba competencia, se oiría que el PP estaba dividido. Siendo las dos cosas ciertas, es preciso decidirse por una de las dos para no proporcionar al adversario el muestrario argumental completo.

No estaría de más privar al PSOE de la posibilidad de decir que Rajoy ha sido elegido "a la búlgara", en un congreso que ha ocultado "la fractura" en el partido. Es decir, los populares deben anular el discurso socialista dirigido a desautorizar y debilitar a la dirección del PP que salga del congreso; un discurso que ya están pronunciando. De no ser así, quedaría dañado el control efectivo del Gobierno y la construcción de una alternativa real.

En consecuencia, comprobada la existencia de una división interna, no sólo por las declaraciones de algunos líderes populares sino porque es connatural a la existencia de un partido, es preciso admitirla y vivir con ella. No se puede obviar que detrás de la controversia hay una discrepancia de ideas, formas y personas; es decir, lo típico de cualquier organización que aspira al poder.

Lo anormal e impolítico, porque el ciudadano lo percibe así, es tratar de disimular lo que es evidente. Uno de los lugares comunes es que el elector no vota a partidos divididos, especialmente si las discrepancias se manifiestan como un intercambio de acusaciones vanas y personales, envueltas en un aire conspirativo que invita al votante a desconfiar.

Dejando claro que no hay subcampeones en unas elecciones, un partido de oposición debe convertirse en la alternativa deseable por encima de los proyectos personales. Y para esto sería conveniente que en el XVI Congreso haya debate entre "serios" e "indecisos", sin miedo a que la sociedad española conozca cómo es el PP. Las crisis en los partidos, si son tratadas de forma eficaz, se convierten en una demostración pública de fortaleza organizativa e ideológica. Otro camino es regalarle al PSOE una legislatura sin oposición y unas prósperas próximas elecciones.

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