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Fundación Heritage

El Wal-Mart nuclear norcoreano

Lo único en lo que podemos confiar es en que King Jong-Il no es de fiar.

James Jay Carafano

Los agentes de inteligencia han presentado un informe a miembros clave del Congreso de Estados Unidos con pruebas de que Corea del Norte ha ayudado a Siria a construir un reactor nuclear como el que genera el plutonio para la fábrica de misiles nucleares de Kim Jong-Il. Las evidencias recolectadas por norteamericanos e israelíes incluyen un vídeo incriminatorio filmado en secreto.

Los israelíes destruyeron ese lugar el año pasado, justificadamente. Cualquier nación con un arma nuclear puede convertir a sus vecinos en rehenes y los gobernantes de Siria son tan civilizados como los capos de la mafia.

Nadie debería estar particularmente sorprendido por que Corea del Norte siga cumpliendo el rol de supermercado mundial de tecnología de armas nucleares. Ya nos hemos visto en las mismas anteriormente.

En los años 80, el presidente Ronald Reagan luchó para que Pakistán no consiguiera la bomba atómica. Pero al mismo tiempo enviaba a este país millones de dólares en efectivo para financiar la lucha de los muyahidines contra los soviéticos en Afganistán. Pakistán cogió el dinero y construyó la bomba.

Luego, el científico nuclear en jefe de Pakistán, A. Q. Khan, comenzó a venderle secretos nucleares a Corea del Norte en plan autoservicio; a cambio Pakistán consiguió misiles balísticos de largo alcance. Khan también puso tecnología nuclear y de misiles al alcance de Siria y otros países de Oriente Próximo, en especial de Irán.

Finalmente, los servicios de inteligencia de Estados Unidos se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo. En 2004, Estados Unidos ya no estaba dispuesto a quedarse sin hacer nada mientras que Khan vendía de puerta en puerta las armas más peligrosas del mundo y decidió cerrarle el chiringuito.

Usted creerá que con eso aprendimos una lección. Pues ahora, la administración Bush parece estar jugando un doble juego, tratando de evitar que Corea del Norte reparta por el resto del mundo su tecnología nuclear y de misiles, al mismo tiempo que negocia en el Acuerdo de las Seis Partes (entre Estados Unidos, Corea del Norte y países vecinos) para que Kim Jong-Il abandone su programa de armas nucleares.

He aquí el problema. Desesperado por dinero en efectivo, Kim ha intentado de todo, desde vender secretos nucleares hasta falsificar dólares para mantener su provisión de coñac y DVDs. La élite gobernante de Corea del Norte sólo tiene una ideología: mantenerse en el poder y a salvo. Lo único en lo que podemos confiar es en que King Jong-Il no es de fiar.

Algunos dirán que, después de la metedura de pata de las agencias de inteligencia con lo de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, Estados Unidos no tiene credibilidad alguna para mostrar las pruebas de un engaño nuclear. Pero bueno, no hay peor ciego que el que no quiere ver. El contrabando nuclear es un asunto demasiado serio como para ignorarlo; el precio podría ser mucho más alto que verse implicado en una guerra tradicional. Podía significar la muerte de una nación.

Otros considerarán el Acuerdo de las Seis Partes oficialmente muerto. Tampoco es una buena idea. El mundo no puede no hacer caso omiso del problema de Corea del Norte.

Lo que podemos hacer es volver a la sabiduría de la era Reagan: "Confíe pero verifique". Reagan no ganó todas y cada una de las batallas de la Guerra Fría, pero ganó más de lo que perdió y deberíamos mantener la pasión que tenía para evitar que las armas nucleares cayesen en manos equivocadas.

Lo que deberíamos hacer es seguir hablando con Corea del Norte pero portando un palo muy grande. Primero, debemos insistir en que cualquier acuerdo alcanzado sea claro como el agua en lo que hay que exigirle a Kim: suspender definitivamente todos los programas nucleares (no sólo en los sitios específicos sobre los que tenemos conocimiento) y que dejen de compartir o vender los conocimientos técnicos. Y el acuerdo debe incluir medidas rigurosas de verificación a prueba de engaños, porque intentará engañarnos otra vez.

Al mismo tiempo, es necesario que Estados Unidos siga adelante con la construcción de sistemas sólidos de defensa antimisiles y que mantenga una fuerte capacidad militar convencional en el noreste de Asia.

Atar en corto a Kim es la mejor manera de evitar nubes radiactivas sobre Manhattan.

©2008 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

James Jay Carafano es investigador especializado en Defensa y Seguridad Nacional de Estados Unidos en la Fundación Heritage y autor del libro G.I. Ingenuity.

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