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EDITORIAL

El farol de Ibarretxe y el plan con Zapatero

Hay que poner el foco de atención en el Estatuto de Guernica y en la disposición de Zapatero de hacerle, junto a los separatistas, una "reforma" que, como diría Maragall, sea "igual en el fondo, pero distinto en las formas"” que el plan Ibarretxe

Hay algo peor que el referéndum descaradamente ilegal propuesto por Ibarretxe: que el Gobierno de Zapatero trate de "evitarlo" canalizando la voluntad soberanista del PNV a través de una reforma estatutaria que le dé apariencia de legalidad constitucional. Pocas cosas adelantaban tanto esa estrategia como aquella confesa declaración de Maragall de que su "propuesta estatutaria" y el plan Ibarretxe "son iguales en el fondo, aunque diferente en las formas".

El caso es que Ibarretxe hace cuatro años aparcó sus "formas" –que no su plan–, mientras Zapatero hizo pública su disposición a consensuar con los separatistas un nuevo "marco jurídico-político", no sin antes –eso sí– profundizar su diálogo con ETA para obtener algo que requería semejante proyecto compartido con la principal formación del pacto de Estella, como era el anestésico de una tregua de los terroristas.

Una vez obtenida esta, y como bien ha recordado este martes María San Gil, el PSE, PNV y Batasuna-ETA negociaron en Loyola la existencia de Euskal Herria y la necesidad de un órgano legislativo y ejecutivo común entre Navarra y el País Vasco, así como la delirante tesis de que el fin definitivo del terrorismo sólo llegaría con una negociación política.

Lo cierto es que gracias a la resistencia civil liderada por las víctimas y, paradójicamente, por la premura e insaciabilidad de ETA, se rompieron los acuerdos y la tregua, y desapareció con ellos el anestésico necesario para que socialistas y nacionalistas consumaran su público proyecto de acabar con el actual Estatuto de Guernica. Ibarretxe rescató entonces su unilateral proyecto de referéndum soberanista y, en su encuentro de este martes con Zapatero, hemos vuelto a asistir a la misma escena de hace cuatro años: la misma negativa formal de Zapatero y la misma obligada queja de Ibarretxe.

Si hemos de entender que esta vez Ibarretxe no va de farol, la cuestión es saber qué medidas va a tomar el Gobierno de Zapatero para impedir que el lehendakari perpetre sus intenciones, que no dejarían de ser delictivas por el hecho de no conseguir el beneficio esperado. Y eso si no queremos fijarnos en lo verdaderamente importante como es si Zapatero sigue estando dispuesto a transformar el plan Ibarretxe en una "reforma" estatutaria soberanista con apariencia de constitucionalidad.

La historia no tiene obligación de repetirse, pero, desde luego, lo que no es de recibo es despachar la reunión de Zapatero e Ibarretxe tal y como ha hecho Rajoy en unas escuetas declaraciones: "si el lehendakari no está satisfecho, yo estoy satisfecho" y "si Zapatero tampoco está de acuerdo con Ibarretxe, creo que entre todos damos un paso hacia delante muy importante". Menos mal que San Gil ha salvado en nombre del PP, no ya los principios, sino la inteligencia política más elemental poniendo el foco de atención en el Estatuto de Guernica y en la disposición de Zapatero de hacerle una "reforma" junto a los separatistas.

En cualquier caso, el lehendakari bien se puede consolar con ese consolidado e importante "paso adelante" –por utilizar la expresión de Rajoy– como es la conocida preferencia de Zapatero a cambiar el Estatuto de Guernica de la mano de los firmantes del Pacto de Estella, antes que hacerlo con los firmantes del Pacto por las Libertades, o de la no derogada –y por tanto vigente– resolución parlamentaria a favor del diálogo con ETA o la fortaleza del acuerdo con los socialistas de sustituir las mociones de censura contra los proetarras de ANV por unas inmorales "mociones éticas" sin valor vinculante alguno. Esperemos que socialistas y nacionalistas no den más pasos adelante. Y que Rajoy tampoco.

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