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Ignacio Cosidó

La metamorfosis del PSOE

A Montilla, a López y a Zapatero les preocupa infinitamente más el poder que España

El PSOE ha pasado de la alianza con los nacionalistas de la pasada legislatura a la usurpación de la ideología nacionalista como estrategia política. La culminación de esa metamorfosis ha sido el Plan presentado esta semana por el candidato a Lehendakari de los socialistas vascos, Patxi López, justo después de que Zapatero rechazara en La Moncloa el presentado por el Lehendakari actual, Juan José Ibarretxe. La ocupación del espacio nacionalista ha dado sin duda excelentes resultados electorales a los socialistas en Cataluña, y cabe la posibilidad de que lo haga en el País Vasco, pero ese peligroso giro ideológico está poniendo en riesgo a largo plazo no sólo la supervivencia de su partido, sino de la propia Nación y de la unidad del Estado. El problema de fondo es que a Montilla, a López y a Zapatero les preocupa infinitamente más el poder que España.
 
En el caso del País Vasco, como ya ocurrió hace mucho en Cataluña, el PSOE ha pasado de ser un partido socialista de ámbito nacional a convertirse en una federación de partidos nacionalistas de izquierda. El propio Secretario General de los socialistas vascos asume la ideología nacionalista sin el más mínimo pudor ideológico cuando afirmaba en Bilbao el jueves pasado que su objetivo político prioritario no es ya la igualdad, ni el progreso, ni la solidaridad, ni ninguna de esas rancias banderas tradicionales del viejo socialismo, sino "construir la nacionalidad vasca desde la integración".
 
Y si alguien alberga aún alguna duda sobre la autenticidad de esta metamorfosis ideológica, que escuche el amargo lamento del actual presidente del PNV, Íñigo Urkullu, cuando afirma lo "insólito" que resulta para los propios nacionalistas que el candidato socialista venga ahora a plantear "un proceso de reforma estatutaria cuando el propio lehendakari plantea en su iniciativa institucional el mismo proceso para el año 2010".
 
La puesta en marcha del Plan López, que quizá por previsible apenas ha tenido eco alguno en la opinión pública fuera del País Vasco,  tendrá en todo caso un efecto demoledor para nuestro modelo autonómico constitucional, mayor aún que el que ya está causando el desarrollo de un Estatuto catalán, pendiente aún de sentencia en el Tribunal Constitucional, y cuyos primeros efectos desestabilizadores dentro y fuera del PSOE los estamos viendo con toda nitidez en el debate sobre la financiación autonómica.
 
El Plan López defiende lo mismo que el Plan Ibarretxe sólo que con una mayor apariencia de legalidad. Quienes rechazamos con contundencia el Plan del Lehendakari debemos rechazar por tanto de igual forma el sucedáneo que ahora nos plantea el candidato socialista. En primer lugar, el Plan de Patxi López parte de la asunción histórica del nacionalismo vasco, y de la propia ETA, de que en el País Vasco persiste un conflicto político pendiente de resolver. La realidad es que en el País Vasco lo que existe es una organización terrorista a la que es necesario derrotar para que podamos hablar de una democracia en plenitud en esta comunidad autónoma. La Constitución y el Estatuto de Guernica ya dieron una solución satisfactoria a la "cuestión vasca" y lo mínimo que sería exigible es que quienes protagonizaron ese pacto se comportaran con un mínimo de lealtad a esos acuerdos.
 
En segundo término, en el momento en el que ETA recrudece su ofensiva terrorista, con un guardia civil vilmente asesinado hace tan solo una semana, es precisamente el menos adecuado para plantear un referéndum que apruebe una reforma en profundidad del marco institucional que, aunque sea parcialmente, va en la dirección de lo que pretenden los terroristas: un País Vasco más soberano e independiente de España. Un mínimo de decencia democrática exigiría que cualquier reforma que vaya en esa dirección esperara al menos a que la banda terrorista hubiera sido previamente derrotada y que la libertad de los vascos para decidir, dentro de los límites que marca la Constitución, no estuviera en todo caso mediatizada por el terror.
 
Por último, el País Vasco es con toda probabilidad la región que goza de mayor autonomía política de Europa. Estaría bien que Patxi López explicara qué nuevas competencias quiere en el caso de que llegara a ocupar el palacio de Ajuria Enea, porque, sinceramente, el margen es muy estrecho en una comunidad en el que los impuestos, la policía, la educación y prácticamente todo ya está en manos de su propio gobierno. Lo verdaderamente inaudito es que los socialistas estén más preocupados por construir la nacionalidad vasca que por defender la libertad de estudiar en español en sus escuelas, de que no se ponga en riesgo la solidaridad entre los españoles o de promover la igualdad efectiva de todos los ciudadanos.

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