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Agapito Maestre

Cinismo o magnanimidad

Nadie pasa por alto que Rajoy es juez y parte de las reglas de la competición por el liderazgo... A pesar de todo, Rajoy se lamenta "como un colegial grandote y cruel" de no tener competidores entre los de su clase.

"Al final, uno está compitiendo contra nadie", ha dicho con tono cínico Rajoy. ¿Cínico? Sí, porque nadie mejor que él podría contestar por qué se ha llegado a esta situación ridícula y embarazosa para un partido con cierta cultura democrática, por ejemplo, su anterior líder fue capaz de autolimitarse, como pocos en Europa, en el ejercicio del poder. Dijo que estaría dos mandatos y no estuvo más. Cumplió lo prometido: fue la clave de su grandeza. No ha habido, por desgracia, otro símbolo de mayor grandeza que éste en la democracia española, aunque en señal crítica, dicho sea de paso, nunca olvidaré que Aznar nombró a Rajoy sin contar con las bases del partido.

Cínica es, en efecto, la posición de Rajoy, porque no asume ninguna responsabilidad de este sinsentido que es hoy su partido, de este luchar contra nadie, según él, y contra todos, según dicta el sentido común. Nadie mejor que él podría acabar con esta situación de bronca y malestar permanente entre los dirigentes y sus bases, de falta de energía política y carencia de estrategias en la actual dirección y, en fin, de falta de autocrítica de quien tiene el mando del partido. Pero le resulta más cómodo y displicente seguir en el machito sin importarle lo común. Lo político.

Cínico es, en cualquier caso, el tono de Rajoy, porque él mejor que nadie sabe que ha ganado a todo "posible" competidor antes de comenzar la lucha en un congreso nacional, merced tanto a su incapacidad para la mesura en el mando que le fue otorgado sin competencia alguna como al manejo de las reglas del juego, pues nadie pasa por alto que Rajoy es juez y parte de las reglas de la competición por el liderazgo... A pesar de todo, Rajoy se lamenta "como un colegial grandote y cruel" de no tener competidores entre los de su clase. ¡Dios, cuánta majadería tendremos todavía que soportar.

¿Significa el cinismo de Rajoy que este hombre ha renunciado a todo tipo de grandeza política o ambición honorable para dirigir a un partido político? Sospecho lo peor. A Rajoy no le interesa lo más mínimo eso que Aristóteles llamó la magnanimidad, Weber el carisma, Ortega la "excelencia" y, más recientemente, Robert Faulkner la grandeza o las ambiciones honorables del político. Aconsejo vivamente el libro de este último, titulado The Case for Greatness. Honorable Ambition and its critics, que ha sido publicado hace unos meses en EEUU. Con este texto Faulkner ha creado un intenso debate en su país contra los políticos-basura, o sea, contra quienes no distinguen entre bienes y ambiciones honorables y no honorables, entre quienes desprecian la magnanimidad en una época de relativismo y masificación, "de pluralismo e irracionalismo, historicismo e igualitarismo". "Época sofisticada", dice irónicamente Faulkner, que habría olvidado la época fundacional de la democracia en América. "Época de cambalache y relativismo". Época de políticos-basura. Sería menester, viene a decir Faulkner, volver a los escritos de George Washington, o a la impronta lincolniana, para saber que no hay genuina política sin el aprendizaje de aquello que defendieron, entre otros, Platón, Jenofonte y Aristóteles, en fin, sin escudriñar las claves de la grandeza de esos políticos con grandes y elegíacas ambiciones.

A la luz del libro de Faulkner, tengo la sensación de que Rajoy estaría más cerca del "funcionario-político" relativista que del político con pasiones mesuradas de Weber. Hoy por hoy, Rajoy representaría mejor, muchísimo mejor, que Zapatero, entre otros motivos porque está en la oposición sin haber alcanzado la legitimidad que le deberían haber otorgado sus propios partidarios, a un tipo de político sin convicciones, que se preocupa más de su propio poder personal que del que pudiera alcanzar su partido. Difícil lo tiene el PP. Pues sólo un hombre magnánimo, sí, de ambiciones honorables, podría acabar con la situación de enfrentamiento entre los líderes del PP. Ese hombre está en los antípodas de Rajoy. La crisis va para largo.

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