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Víctor Llano

¿Cambiará de sexo Ramiro Valdés?

Ha prometido a los cubanos que podrán cambiar de sexo sin que les cueste un peso. No podrán cambiar de cárcel, de país, de provincia, de casa o de esquina, pero según Mariela no se les impedirá tener acceso gratuito a la "reasignación sexual".

No tardarán en multiplicarse los chistes. Mariela Castro ha prometido a los cubanos que podrán cambiar de sexo sin que les cueste un peso. No podrán cambiar de cárcel, de país, de provincia, de casa o de esquina, pero según Mariela no se les impedirá tener acceso gratuito a la "reasignación sexual".

Aún no sabemos cuántos de los ancianos barbudos que bajaron de Sierra Maestra disfrutarán del último logro de la Robolución, pero no nos sorprendería que Ramiro Valdés decidiera reasignarse sexualmente para que si llegan a complicársele las cosas pasar inadvertido ante las miles de víctimas que torturó.

Lástima que Mariela no haya aclarado si su oferta alcanza a los gallegos que se bebieron 400 mojitos en la última feria del libro castrista. Después de gastar todo lo que gastaron podía hacerles una rebaja si es que tras degustar el trago número 100 llegaron a dudar de su orientación sexual.

Quien no ha aceptado la oferta de la hija de Raúl Castro es Dayán Viciedo. Prefiere jugar con los Yankees. Y transformado en mujer lo tendría un poco complicado. Tampoco parece que Huber Matos la vaya a aceptar. Como jamás torturó nada le obliga a tornarse en mujer para escapar de sus víctimas. Por eso puede esperar por lo que siempre esperó: "una protesta cívica no violenta liderada por los prestigiosos factores de la oposición y de la sociedad civil en suelo cubano".

Es lo que teme Ramiro Valdés. Sólo así se entiende que él y el padre de la criatura permitieran a Mariela ofertar lo que ofertó. Nunca se sabe. Puede que llegue el día en que para no ser identificados se cuelen en la lista de los transexuales cubanos que esperan poder cambiar su sexo. En cualquier caso, más les valdría perder toda esperanza. Ni siquiera Mariela podrá impedir que les delaten las manchas de sangre. No existe un cirujano en el mundo que pueda borrarlas de sus manos.

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