La huelga de los transportistas le ha dado al Gobierno socialista la ocasión de ofrecer un auténtico recital de trampas y marrullerías.
Primero, es decir el lunes y el martes, fue el laissez-faire: se hizo como que la huelga no existía, esperando sin duda que el silencio oficial, las mentiras y el desprecio de Rubalcaba, así como las distracciones de los medios públicos, taparan la realidad. Un muerto y un herido grave, además de los numerosos incidentes, la amenaza a la libertad de circulación y el miedo al desabastecimiento desaconsejaron esta línea.
El miércoles llegó el momento de la firmeza. El Ministerio del Interior dijo haber desplegado un número de efectivos que algunos representantes del cuerpo consideran inverosímil, dado el número real de guardias. Daba igual. Lo que cuenta otra vez es la imagen. En este caso, la pantomima de la "tolerancia cero" esgrimida por Rodríguez Zapatero con aire de alucinado, sin que nadie esté seguro de que sabe lo que significan sus palabras.
Conocemos la estrategia. El Gobierno socialista da a entender que está dispuesto a negociarlo todo. Incluso se condecora a los cabecillas de los futuros huelguistas, que han tomado buena nota del mensaje que se les ha enviado: a estos se les puede doblegar. Además, ¿desde cuándo está desterrada la violencia en España? El mismo Partido Socialista la utilizó para llegar al poder, con sus ataques a las sedes del PP, y aquí no ha pasado nada.
Las enseñanzas del asunto son variadas. Primero que el Gobierno de Rodríguez Zapatero da más importancia al eslogan que a la realidad. Segundo, que no tiene el menor reparo en cambiar de política cuando le conviene. Todo esto lo sabíamos. Lo que ha quedado meridianamente claro es lo poco que le importan los españoles, su libertad y su seguridad. Y otra pregunta. ¿Cómo habría utilizado el PSOE una huelga como esta de estar gobernando el PP? ¿Alguien en el partido de la oposición se habrá hecho esta pregunta? Por lo visto de su comportamiento durante la huelga, parece que falta mucho para llegar a eso...
Y mientras tanto, la ministra de Igual da sigue diciendo sus obscenidades habituales.