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Juan Carlos Girauta

La encuesta

Antes de 2012 hay unos interesantes comicios no autonómicos, las europeas, donde veremos si somos cuatro o cinco los votantes populares que nos vamos refugiamos en UPyD hasta que Rajoy vuelva a su casino provinciano, o si somos unos cuantos más.

Siempre que los datos reflejen la realidad, cosa que no hay por qué dudar, lo de Sigma Dos tiene la ventaja de que deja contentos a todos los examinados. Por mucho que hayan caído –y no sé si 2’6 puntos son mucho o poco dadas las circunstancias–, los socialistas seguirían ganando unas elecciones celebradas ahora. No hay pues castigo real, sólo ligera penalización, a un Gobierno que ha engañado a los españoles no ya en cuanto a la gravedad de la crisis, sino respecto a su existencia misma, empeñado en distraernos con palabros alternativos y previsiones de crecimiento, inflación y paro que no se cree nadie, empezando por Solbes. Por no hablar de la clamorosa irresponsabilidad que representa consumir el superávit en fuegos de artificio y regalitos electorales.

Y si el grueso de votantes socialistas apenas ha desertado de sus fidelidades en pleno caos de la huelga de transportes, con desabastecimientos, colas, violencias y dejación gubernamental de sus responsabilidades, el PP asciende una pizca. Naturalmente, que Rajoy mantenga una intención de voto por encima del 40 % puede ser explicado por una pequeña fuga socialista, esa selectísima minoría que responde a las calamidades económicas alterando su intención de voto. De acuerdo, pero para que el PP se mantenga en esos niveles es preciso, además, que Rajoy no pague ningún precio por el mobbing político a María San Gil, la baja de Ortega Lara, la nada que nadea en Soraya SS, la inanidad de su equipo o las muestras palmarias de que la derecha política ha interiorizado la principal aberración del progrerío y el nacionalismo patrio: la identificación de la firmeza frente al nacionalismo con una ideología de extrema derecha, sintetizada en el lamentable sms de Soria: ¡Arriba España! Pues nada, seremos cuatro o cinco, por lo visto, los votantes populares que no reincidiremos mientras Rajoy siga ahí. Pero seremos.

Por fin, Rosa Díez puede celebrar ser la única que aprueba el examen de la valoración personal de los ciudadanos, lo que se explica con bastante facilidad: el votante popular la valora bien y el socialista no muy mal, con lo que ya tiene algo más que sus competidores. En cuanto a su subida en intención de voto, se atribuye a la fuga de socialistas. Cuando llegue la hora de la verdad todo esto será casi prehistoria, pues Zapatero es de los que agota las legislaturas. Pero antes de las generales de 2012 hay unos interesantes comicios no autonómicos, las europeas, donde veremos si somos cuatro o cinco los votantes populares que nos vamos refugiamos en UPyD hasta que Rajoy vuelva a su casino provinciano, o si somos unos cuantos más. Lo primero no es imposible, es simplemente deprimente: significaría que la derecha sociológica se merecía, contra lo que uno pensaba, a su derecha política.

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