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Thomas Sowell

¿Vale la pena el prestigio?

Para alguien que esté tomando la decisión de dónde matricularse, lo que importa es cuál es la mejor universidad en su caso particular, que podría no ser la mejor, o ni siquiera aconsejable, para su hermano.

La obsesión de muchos estudiantes universitarios y de sus padres por entrar en un centro de educación superior de prestigio forma parte de la escena social de nuestro tiempo. También lo son las historias de padres que se endeudan hasta el cuello para financiar el envío de un hijo o una hija a una universidad de la Ivy League o a un centro insignia del sistema público. En ocasiones, tanto el estudiante como los padres acaban con enormes deudas causadas por la financiación de un título en alguna institución de prestigio. A pesar de ello, muchos siguen poniendo su punto de mira en este tipo de instituciones.

A la excesiva publicidad por parte de los medios de comunicación se suma la presión por ir allí donde reside el prestigio. Las diversas clasificaciones anuales de centros superiores y universidades, y en especial la de la revista U.S. News & The World Report, juegan a menudo un papel clave. Estas clasificaciones suelen medir todo tipo de variables que podríamos calificar "de entrada", pero no sus resultados. Las agencias académicas de homologación oficial hacen lo mismo. Miden cuánto dinero se gasta en esto o aquello, cuántos profesores tienen plaza fija y otras variables de entrada. Lo que no miden son los resultados, con qué tipo de educación acaban los estudiantes.

Un nuevo laboratorio de ideas de Washington está intentando cambiar el acento de las variables a los resultados. El Center for College Affordability and Productivity está dirigido por el profesor Richard Vedder, que califica las clasificaciones del U.S. News con un aprobado raspado. Medir las variables de entrada, dice, "viene a ser lo mismo que evaluar a un chef basándonos en los ingredientes que utiliza". Su enfoque consiste en "criticar la comida" (es decir, el resultado de la propia educación).

El estudio del CCAP utiliza varias medidas del resultado educativo, incluyendo la proporción de licenciados que obtienen premios como los Rhodes o que acaban en listas como "Quién es quién en América", así como las notas que los estudiantes ponen a los profesores que les enseñan. El profesor Vedder admite que éstas son medidas "imperfectas" de los resultados de una institución educativa, pero al menos se basan en resultados en lugar de en variables de entrada. Algunas instituciones académicas acaban en cabeza o cerca de ella tanto si se les aplican criterios de entrada como de resultados, pero también hubo grandes cambios.

Entre las universidades nacionales, las tres situadas en cabeza son las mismas, aunque en orden diferente, bien sean clasificadas por U.S. News o por el Center for College Affordability and Productivity: Harvard, Yale y Princeton según la institución del profesor Vedder, y Princeton, Harvard y Yale según la clasificación de U.S. News. Sin embargo, entre las universidades inferiores se produjeron algunos grandes cambios. Aunque Williams & Amherst aparece a la cabeza en ambas clasificaciones, Washington & Lee pasó del puesto 15 al sexto al ser evaluado por el Vedder, Barnard ascendió del puesto 30 al octavo, Whitman Collage del 37 al noveno, Wabash College del puesto 52 al décimo y West Point del 22 al séptimo.

Una de mis propias medidas favoritas de resultados, el porcentaje de licenciados universitarios que sigue estudiando para obtener un doctorado, no fue utilizada por ninguna de las dos clasificaciones. Los centros pequeños dominan los primeros 10 puestos según esa medida. Grinnell College, que no se encontraba entre los 10 primeros ni en la lista de U.S. News ni en la lista del profesor Vedder, envía un porcentaje de doctorandos superior al de Harvard o Yale.

Ningún criterio ofrece una imagen completa. De hecho, la misma idea de ordenar en un ranking los centros de educación superior está abierta a debate. Para alguien que esté tomando la decisión de dónde matricularse, lo que importa es cuál es la mejor universidad en su caso particular, que podría no ser la mejor, o ni siquiera aconsejable, para su hermano.

Elegir el centro adecuado es con diferencia la mejor guía universitaria, en parte porque no ofrece clasificaciones, pero sobre todo porque se adentra en los numerosos factores que importan y que conllevan valores diferentes para personas distintas. Lo que el estudio del profesor Vedder sí proporciona es otro motivo más para que padres y estudiantes no se obsesionen con los centros de fama y con sus puestos en las clasificaciones, o para no endeudarse hasta las cejas por ello.

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