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Juan Carlos Girauta

¿Sumisión o rebelión?

He sido muy crítico con Montse Nebrera, pero debo reconocer que es la única que, creyendo que se presentaba a un congreso limpio y democrático, ha decidido seguir actuando en consecuencia.

Imaginen lo que supone militar en el PP de Cataluña, especialmente en el interior de provincias que a menudo ni siquiera obtienen diputado en generales, farolillos rojos de la piel de toro. Ya sé que el acto es menos heroico que en el País Vasco, pero aún así constituye un compromiso de entidad e intensidad que ensanchan el concepto de dignidad ciudadana.

¿Lo imaginan? Pues sepan que con esos valiosos mimbres se va a tranzar uno de los más tristes espectáculos que recuerda la política española, una descomunal estafa moral. Uno puede llegar a entender el componente de intercambio –al menos en expectativa– que subyace en un congreso como el de Valencia. Aun fuera del gobierno nacional, el PP administra comunidades y municipios, tiene diputados autonómicos, miembros de diputaciones, consejeros de cajas, de televisiones públicas… un abanico suficiente para confiar a sus miembros más capaces (o no) alguna responsabilidad. No pienso tanto en la remuneración efectiva o potencial, que también, como en el valor intangible –llámese respeto institucional– que acompaña a los cargos.

Pero la mayoría de los mil noventa compromisarios que va a reunir este fin de semana el congreso del PPC no pueden esperar nada parecido. Para muchos “el partido” significa unas cuantas caras familiares de su pueblo o comarca, y ya. Entre ellos y el aparato territorial (y no digamos nacional) de la organización, media una distancia tal que uno no deja de asombrarse por la disposición de tanta buena gente a adquirir un compromiso cívico, a dedicar su tiempo a debatir sin eco, a mantener la voz del PP en la más remota asociación, a transmitir a niveles sordos, marmóreos del aparato sus inquietudes sin perder la fe ni el sentido de pertenencia.

Pronto sabremos si también es posible imponer un trágala autoritario y humillante a estas almas. Comprobaremos si un Rajoy o un Arenas le tienen tan bien cogida la medida a la organización que aciertan al esperar sólo obediencia servil, y nada más… o si, por el contrario, han medido mal la estatura moral de quienes les sostienen a ellos por puro idealismo, y esta vez el tiro les va a salir por la culata.

He sido muy crítico con Montse Nebrera, pero debo reconocer que es la única que, creyendo que se presentaba a un congreso limpio y democrático, ha decidido seguir actuando en consecuencia. No sé si este fin de semana asistiremos a otro festival de sumisiones, o si esta vez los modos de Génova al aplastar las esperanzas de tanta gente, esa forma fulminante de dejar en nada meses de reuniones precongresuales, conversaciones y negociaciones, ese tratar como ganado a la militancia es un error que les va a volver en forma de rebelión, de absentismo masivo, de voto en blanco, de justa denuncia. Vamos a ver de qué estamos hechos.

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