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Michelle Malkin

La crisis hipotecaria según Obama

Si vas a atacar a tus contrincantes por jugar a “intrigas washingtonianas de manual”, probablemente lo más acertado sería no hacerlo tú mismo. Si lo haces, acabarás titubeando frente a las cámaras.

Si vas a prometer "una política nueva”, seguramente lo atinado sea prescindir de las viejas glorias de Washington y de veteranos candidatos presidenciales del pasado. Y si vas a atacar a tus contrincantes por jugar a “intrigas washingtonianas de manual”, probablemente lo más acertado  sería no hacerlo tú mismo. Si lo haces, acabarás titubeando frente a las cámaras, condenado según tu propia retórica moralista y enfrentado una vez más la cuestión de arrojar otra elección equivocada a la cuneta. Sí, Barack Obama, una vez más estamos hablando de ti, y  los cadáveres se amontonan en el arcén, ¿verdad?

La semana pasada, Obama el metepatas anunció el nombramiento de dos residentes en Washington D.C. Jim Johnson y Eric Holder, para encabezar su comité de elección de candidato a vicepresidente. El equipo incluye a una Kennedy, Caroline Kennedy Schlossberg, por una cuestión de glamour añadido. Los partidarios de John McCain se lanzaron a denunciar con acierto a Johnson y a Holder como oscuros intrigantes de Washington. Holder era gerente del Ministerio de Justicia designado por Clinton cuando el sórdido indulto al financiero prófugo Marc Rich.

Johnson, asesor de los candidatos demócratas fracasados Walter Mondale y John Kerry, fue director ejecutivo del problemático Fannie Mae, un gigante hipotecario favorecido por el Estado. El fin de semana pasado, el Wall Street Journal informaba de que Johnson había aceptado más de 7 millones de dólares en préstamos a intereses por debajo del mercado de Countrywide Financial Corp, una entidad financiera acosada por los escándalos. El presidente de la compañía, Angelo Mozilo, había montado un programa de préstamos destinado a sus colegas influyentes. Hace más de una década, Johnson había colocado a Mozilo en el comité asesor nacional de Fannie Mae. Eran íntimos.

Resulta que Mozilo es uno de los objetivos predilectos de Obama en sus frecuentes improperios contra los demonios de la industria hipotecaria. En marzo, Obama equiparó a Mozilo con un virus: “Esta es la gente responsable de infectar la economía y ayudar a generar la crisis de las ejecuciones de hipotecas". Evocando a Jesse Jackson, Obama le reprendía así: “Estos ejecutivos han ido demasiado lejos para elevar sus ingresos". Durante la batalla con Hillary, David Plouffe, director de la campaña de Obama, fue despachado a distintos canales de televisión por cable para vociferar que “si de verdad vamos a perseguir las prácticas que provocaron las crisis crediticia e hipotecaria, necesitaremos un líder que no deba ningún favor a estas empresas" y cosas así.

Tras un bombardeo de preguntas procedentes de blogueros pro-McCain, personas críticas con Countrywide y agentes de Clinton, ABC News interrogó a Obama por esta hipocresía sorprendentemente evidente. El resultado fue, digámoslo así, doloroso.

Poseído por un caso de aparente síndrome de verborrea, Obama rechazó la idea de que debería poner más cuidado en la elección de sus asesores para la designación de candidato a vicepresidente: “Bueno, mire, el, el, quiero decir... para empezar, no voy a vetar a nadie en el comité de elección de vicepresidente debido a sus hipotecas”. Traducción: De forma voluntaria seguiré haciendo oídos sordos a los conflictos de intereses generados por mi propio discurso crítico con el sector de las hipotecas.

A continuación, Obama se apoyó en su muleta sobre las “intrigas de Washington” e intentó distanciarse de los designados por él para la tarea más íntima e importante: "Tienes que ser franco... es una especie de... es un juego al que se puede jugar... todo el mundo que esté relacionado tangencialmente con nuestra campaña, creo yo, tiene todo un grupo entero de relaciones. Tendré que contratar inspectores para investigar a los investigadores".


"¿Vinculación tangencial?”. Los nombró para buscar a su segundo de a bordo. "Vinculada superficialmente" está la mujer de la limpieza de la sede de su campaña en Sioux Falls.


Finalmente, haciendo uso del “se llame como se llame” de Bill Clinton, Obama intentó sostener que en realidad los dudosos integrantes de su comité de selección de vicepresidente “no trabajan” para él: "Desempeñan bien esa labor. Es un cargo voluntario, no remunerado. Y me proporcionan información, y a continuación yo ejerzo mi juicio en términos de a quién quiero elegir como candidato a la vicepresidencia. De manera que no son amigos que estén trabajando para mí, no son personas a las que haya asignado un cargo particular en un futuro Gobierno".

Hay suficientes meteduras de pata, tropezones, errores, fracasos y declaraciones ilusorias como para que la ingenuidad en serie se convierta en estupidez endémica. Obama ha alcanzado el punto de no retorno.

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