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EDITORIAL

Corredor: ni sabe, ni se entera

La burbuja que, según ellos, nunca existió, ha terminado por estallarles en la cara y lo peor es que no tienen ni idea a qué se debe. De ahí que carguen las culpas sobre el que más cerca esté.

Al Gobierno le ha pillado el cambio de ciclo económico con el paso cambiado y lleva varios meses dando tumbos sin enterarse muy bien de qué va todo esto. Ni sabían a ciencia cierta porque entre 2004 y 2007 la economía iba –al menos aparentemente– tan bien, ni conocen ahora las causas de la crisis. Esta es la razón por la que, cada vez que hablan, ya sean los ministros o el presidente del Gobierno, dan palos de ciego, de un modo tal que los que hoy son culpables de la recesión, mañana tendrán poco o nada tendrán que ver con ella, y pasado quién sabe.

El hecho innegable es que el Gobierno lo primero que hace es dar la espalda a la realidad, y cuando ésta se le echa encima improvisa cualquier simpleza sacada de un mitin o, en el peor de los casos, del manual de consignas de urgencia de la izquierda rancia y caduca de la que provienen sus miembros. Cuando Zapatero llegó al poder se encontró un mercado inmobiliario alcista cuyos ímpetus aseguró que iba a detener con la creación de una nueva cartera ministerial. Porque, a estas alturas, sería estúpido engañarse, el invento neofranquista del Ministerio de Vivienda vino motivado única y exclusivamente por motivos de orden propagandístico para calmar a modo de placebo la indignación de su electorado más joven.

En aquellos tiempos de euforia una de las principales preocupaciones de los votantes era la carestía de la vivienda. Por eso Zapatero, muy en la línea de los adoradores del Estado, se sacó de la manga un ministerio vacío de competencias acaudillado, eso sí, por una socialista incapaz hasta el punto de que durante los tres siguientes años el precio de la vivienda no hizo sino crecer a cifras de dos dígitos por año. Se habló entonces de hacer mucha vivienda pública mientras el festival de obra nueva continuaba imparable. El ministerio del ramo, entretanto, negaba con periodicidad fija que hubiese una burbuja para que la gente siguiera hipotecándose alegremente al calor de la bonanza económica y del dinero a precio de saldo cuyo tipo ellos ni controlaban ni controlan.

Al final la burbuja que, según ellos, nunca existió, ha terminado por estallarles en la cara y lo peor es que no tienen ni idea a qué se debe. De ahí que carguen las culpas sobre el que más cerca esté. En el caso de la vivienda la cabeza de turco es el sector inmobiliario como en el de la energía ha sido el precio del crudo. Si se hubiesen hecho las cosas bien y en esto no se incluyen, naturalmente, los minipisos, las Kelifinder y la Agencia Pública de Alquiler, el ajuste se hubiera producido igualmente, pero no sería ni la mitad de severo y traumático de lo que está siendo. El Gobierno está pagando la soberbia y la ignorancia de los años buenos. Lo está haciendo, curiosamente, con más soberbia y más ignorancia para que nadie ose recordarles lo obvio. Lo llevan en el carácter.

En Libre Mercado

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