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Thomas Sowell

Tribunales de alto riesgo

A la hora de votar a los candidatos que nominarán y confirmarán a los jueces, tomamos decisiones que no sólo nos afectan a nosotros mismos, sino también a las generaciones aún por nacer.

Algunos grandes veredictos judiciales recientes nos recuerdan que las elecciones no consisten  simplemente en colocar a determinados candidatos en un cargo público durante unos cuantos años. Los jueces que los cargos públicos electos nominan para los tribunales pueden rehacer el escenario legal, cambiar políticas sociales fundamentales y hasta afectar la forma en que luchamos las guerras, mucho después de que aquellos que les nombraron hayan agotado sus mandatos o abandonado la esfera pública.

Hace poco el Tribunal Supremo se sacaba de la manga un nuevo “derecho” aplicado a soldados enemigos y terroristas capturados, el derecho a solicitar su excarcelación en los tribunales federales, algo que no establecen ni la Constitución ni la Convención de Ginebra. El Tribunal Supremo también ha declarado inconstitucionales las leyes de control de armas, pues violan la Segunda Enmienda. Al margen de los méritos o deméritos legales de esta resolución judicial, la sentencia supone un importante cambio.

La idea es que los jueces federales, incluyendo a los jueces del Supremo, ostentan un poder enorme y creciente. Esto significa que a la hora de votar a los candidatos que nominarán y confirmarán a los jueces, tomamos decisiones que no sólo nos afectan a nosotros mismos, sino también a las generaciones aún por nacer. Las recientes resoluciones judiciales del Tribunal Supremo de los Estados Unidos han sido adoptadas por 5 votos contra 4, incluyendo los de jueces designados por presidentes que ya no están entre nosotros, como John Paul Stevens, nombrado por el presidente Ford, y Anthony Kennedy, designado por el Reagan. Al margen de quién salga elegido para la Casa Blanca este noviembre, es de esperar que designe a dos o tres nuevos miembros del Supremo, jueces que tomarán decisiones importantes que afectarán al futuro de la sociedad americana mucho después de que el próximo presidente sea historia. Sus hijos vivirán durante el mandato vitalicio de esos jueces, y sus nietos vivirán en el mundo modelado por los precedentes que sienten.

En un año en que el descontento con los candidatos presidenciales elegidos por sus propios partidos ha sido expresado tanto por demócratas como por republicanos, vale la pena tener presentes los elevados riesgos que conllevan los nombramientos judiciales, y por extensión en las elecciones presidenciales. Es especialmente importante que esto sea tenido en cuenta por los votantes que están pensando en expresar sus frustraciones votando a algún candidato independiente que saben carece de cualquier posibilidad de salir elegido.

Al margen de si usted se queda en casa o acude a las urnas, un presidente saldrá elegido este noviembre, alguien que a lo largo de su mandato designará a jueces para el Tribunal Supremo. Sus elecciones de magistrados para el Supremo tendrán un importante impacto sobre la historia, ya deposite usted su voto en función de una consideración detenida de los muchos factores en juego o de si vota basándose en la retórica del candidato, su estilo o franja demográfica. Más importante que los asuntos particulares sobre los que decidirán los tribunales es el tema más fundamental de cuál es el papel de un juez en nuestro sistema político constitucional.

Por ejemplo, en el veredicto sobre la tenencia de armas hubo jueces que hicieron una lectura diferente del espíritu y de la letra de la Segunda Enmienda. La más peligrosa de todas fue la del juez Stephen Breyer, quien sostiene que incumbe a los jueces sopesar y “compensar” los pros y los contras de las leyes de control de armas. Si sólo poseemos derechos constitucionales cuando a los jueces les gustan sus consecuencias, entonces también nos podríamos ahorrar la Constitución.


¿Hay que prescindir de la libertad de expresión y encerrar a los periodistas siempre que un juez crea que el informador fue “demasiado lejos” en el ejercicio de la expresión de una opinión acerca de algún político o burócrata? ¿Hay que juzgar a alguien de nuevo por el mismo crimen, incluso después de haber sido absuelto, si los jueces interpretan que la prohibición constitucional de juzgar dos veces a una persona por el mismo delito es una mera sugerencia que debe ser evaluada y “compensada”?

Ya hemos visto lo que sucede cuando una mayoría judicial simple decide que los políticos pueden expropiar su casa y dársela a un tercero si los magistrados estiman que sus derechos a la propiedad privada no “compensan” cualquier cosa que los políticos quieran llamar “el interés público.”

Al decidir qué candidato quiere usted en la Casa Blanca durante los próximos 4 años, vale la pena considerar el tipo de jueces que usted desea en los tribunales federales durante la próxima generación.

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