Menú
Agapito Maestre

Chávez y Zapatero han ganado

¿O es que acaso habíamos olvidado que la política internacional de los socialistas ha mirado antes a los postulados tercermundistas de los regímenes totalitarios que a las posiciones del Gobierno más democrático del mundo?

Pocos son los gobernantes demócratas del mundo dispuestos a recibir al dictadorzuelo Chávez. La excepción serán los españoles, o ¿acaso no son demócratas? ¡Quién sabe! Zapatero y Juan Carlos I ha quedado retratados para la eternidad. Recibirán a un dictador para buscar un poco de legitimidad. He dicho, en efecto, búsqueda de legitimidad, o justificación racional y fáctica para seguir dando la espalda a las democracias más avanzadas del mundo.

La situación de España es terrible, sí, pero coherente con la política exterior surgida del 11-M, aunque algunos consideran que esa opción contra el mundo civilizado se manifestó el día que Zapatero no se levantó en un desfile militar ante el paso de la bandera de EEUU. ¿O es que acaso habíamos olvidado que la política internacional de los socialistas ha mirado antes a los postulados tercermundistas de los regímenes totalitarios que a las posiciones del Gobierno más democrático del mundo? A cambio, naturalmente, Chávez, el dictador que aspira a suceder a Castro en la política mundial, consigue también un poco de estima para seguir maltratando a su pueblo.

Esta perversa relación de Chávez con Zapatero y Juan Carlos I es un caso de manual de política exterior tercermundista tan elemental y obvia como la relación de España con el rey de Arabia Saudí. Analícense, pues, en las facultades de Ciencias Políticas esos vínculos perversos, pero que nadie pase por alto que la base de todas esas relaciones no son las personas ni la historia común. Tampoco la construcción de bases comerciales sólidas entre los dos países, ni mucho menos ayudar a que las empresas españolas instaladas en Venezuela hallen en el dictador un poco de comprensión para sus intereses, sino la búsqueda desesperada, insisto, de "legitimidad" de los gobernantes de España y Venezuela.

He ahí el núcleo de la tragedia. Es perfectamente comprensible que Chávez venga a España, porque la base de su régimen dictatorial está en la política exterior, y, por el contrario, sería absolutamente incomprensible que unos gobernantes demócratas tratasen al dictador como igual, a no ser que éstos tuvieran veleidades totalitarias, o peor, que las intenciones tercermundistas de Zapatero ya fueran una realidad de la política exterior española. Éste creo que es el asunto central. ¿Quién se atrevería a negar un componente "tercermundista" en la política exterior española? ¿Quién no sería capaz de citar de carrerilla, después de la propuesta de "alianza de civilizaciones", cien actuaciones populistas y tercermundistas de Zapatero? Nadie, naturalmente con criterio, puede ocultar que, desde la salida cobarde, a traición y rastrera de las tropas españolas de Irak, la política exterior de Zapatero es propaganda más cercana al castrismo que a las políticas exteriores de los gobiernos más democráticos del mundo.

Por lo tanto, quien se extrañe de que Zapatero reciba a Chávez es que no se ha enterado de lo sucedido en España en los últimos cuatros años. Tampoco comprenderá que el candidato a la presidencia de EEUU, Barak Obama, visite varios países europeos, pero haya excluido de su agenda España. He ahí un demócrata que no está dispuesto a perder su legitimidad con gobernantes que buscan la suya con dictadorzuelos caribeños. No es, pues, un problema para el Gobierno de España recibir a Chávez. Por el contrario, el drama de Zapatero sería no recibirlo. El presidente del Gobierno es el primer interesado en restablecer la relación con el dictador, pues toda su política exterior, que estaba mirando a los "desaliñados" gobernantes totalitarios, antes llamados del Tercer Mundo o similar, se hunde si el "icono" más relevante, junto al moribundo Castro, del anti-occidentalismo, le sigue dando la espalda y negándole la palabra desde el altercado de Chile. Ese fracaso no lo soportaba Zapatero.

Al fin, el residente de La Moncloa ha conseguido que el dictador venezolano nos visite. El viernes, cuando salude al sucesor de Bolívar, el conspirador y masón que destrozó América, Zapatero respirará con tranquilidad y pensará: "España está donde yo quiero. Está en el exacto lugar que me catapultó al poder. Está con los enemigos de Occidente." Será menester releerDel buen salvaje al buen revolucionario, la obra del más grande ensayista que ha dado Venezuela en el siglo XX, Carlos Rangel, para saber qué podemos esperar los españoles cuando un gobernante le da la espalda al Occidente cristiano e ilustrado: "sangre, sudor y lágrimas". Populismo. Miseria.

En Internacional

    0
    comentarios