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EDITORIAL

El acuerdo Chávez-Zapatero y el felipismo

La creación de un fondo con el dinero que se pague por el crudo para financiar proyectos en Venezuela es una puerta abierta para la corrupción.

Si alguna virtud tuvo la primera legislatura de Zapatero sobre las de Felipe González ha sido la ausencia de grandes casos de corrupción en el Gobierno nacional. La financiación ilegal del PSOE y el enriquecimiento ilícito de sus miembros no han ocupado las portadas de la prensa nacional, sea porque han estado ausentes o porque no se ha descubierto lo que había. Pese a ello, unos sentidos agudizados por los largos años del felipismo no pueden sino saltar ante el acuerdo al que han llegado Chávez y Zapatero.

Pocos recuerdan ya el escándalo de Focoex-Eductrade, uno de tantos dentro del extremadamente corrupto Gobierno de Felipe González. Consistió en el uso de una empresa pública dedicada a financiar y promover el comercio exterior (Focoex), que empleaba dinero de los contribuyentes para promover tan noble objetivo, para favorecer a empresas afines al poder. Así, compañías subcontratadas a dedo por la empresa estatal como Eductrade, Sanitrade o Hispanodidáctica fueron favorecidas con una lluvia de millones de dinero público para exportar material educativo a Chile u hospitalario a Colombia. Empresas que pertenecían al conglomerado del fallecido Jesús Polanco.

Pese a que finalmente se cerrara la investigación por no hallarse indicios suficientes, la concesión a dedo de suculentos contratos a los propietarios del imperio mediático afín al Gobierno de entonces ya resultó deshonesta, pues no todos los favores se pagan en dinero contante y sonante, que es lo que al fin y al cabo se puede perseguir penalmente. Sin ir más lejos, la mujer del entonces ministro de Economía, Carlos Solchaga, era la gerente de Focoex, y don Carlos fue contratado por Prisa tras su paso por la política. Si bajo el paraguas del comercio exterior ya se produjeron prácticas como ésta, ¿qué no puede pasar cuando los montantes se multiplican y se involucra en la operación a un Gobierno como el de Chávez?

Para el presidente venezolano, en horas bajas tras el revocatorio y la liberación de Betancourt a pesar de sus intromisiones y apoyos explícitos a las FARC, la venta de petróleo por debajo de su precio de mercado puede suponer una compra de voluntades interesante. Pero para el Gobierno español es un mecanismo casi perfecto para cometer toda clase de irregularidades. Al margen de quién compre el petróleo adquirido a 100 dólares el barril, extremo que no ha sido aclarado, la creación de un fondo dirigido por Miguel Sebastián con el dinero que se pague por el crudo para financiar proyectos en Venezuela es una puerta abierta para la corrupción.

Los liberales hemos empleado con frecuencia el argumento de que un Gobierno más pequeño es un Gobierno menos proclive a corromperse, porque pese a que la naturaleza humana sigue siendo la misma, las oportunidades son menores. También la transparencia, los concursos públicos y otros mecanismos empleados para reducir la arbitrariedad son necesarios para reducir, que no eliminar, la corrupción de la vida pública. Desgraciadamente, es muy fácil emplear un fondo como el acordado con Chávez para financiar a ciertas empresas determinadas que puedan devolver el favor de una u otra forma. Ni siquiera es necesario asignar las inversiones a dedo, como hacía Focoex. Basta con decidir qué tipo de proyectos se hacen y cómo se harán –labor de la que se encargará Miguel Sebastián– para garantizar que la empresa previamente designada para recibir esa lluvia de millones resulte ser finalmente la agraciada.

No obstante, no hay que preocuparse, que el afilado olfato periodístico de la mayoría de los medios sufrirá un leve resfriado que impedirá que huelan nada raro en esta operación. Se limitarán a loar la gran habilidad diplomática de Zapatero, que permite comprar petróleo a precios más bajos. Lástima que sean sólo poco más de 3 millones y medio de barriles frente a los 425 millones que importa España al año.

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