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Juan Carlos Girauta

Fabuloso hallazgo jurídico

So capa de reparar honores, tal justicia constriñe, limita, violenta, cercena, aísla, saja la lengua, tala las piernas de un justiciable demasiado expresivo, alguien que puede resultar luminoso y fulminante cuando otros llaman al bostezo.

Cualquier aficionado a la ciencia sabe cuán habitual resulta que se alcancen ciertos novedosos descubrimientos de forma simultánea por investigadores desconectados entre sí. No hay pues que buscarle sincronicidades jungianas al hecho de que mi hallazgo haya coincidido con el de ese equipo belga-holandés que acaba de encontrar el inquietante rostro de una campesina, en tristes tonos oscuros, bajo la pintura Parche de hierba. Un Van Gogh bajo un Van Gogh.

Sin contacto alguno con los científicos reseñados, yo mismo he aplicado los rayos X de un acelerador de partículas a la reciente sentencia por la que un periodista debe reparar el honor de otro periodista mediante pago de cien mil euros. Se trata de la pieza jurídica conocida en círculos de iniciados como "todo a cien". Bajo el fárrago esparcido por una lengua de madera procesal no exenta de solecismos (un Parche de jerga, por forzar el paralelismo con el Van Gogh estudiado por mis colegas de la Universidad Técnica de Delft), ha emergido como por arte de magia un rostro que permanecía oculto no ya en la sentencia, sino en la justicia toda que se viene aplicando al ciudadano Losantos.

Trátase de un rostro estremecedor, comparable al de la campesina de Van Gogh en lo sombrío, lo endurecido, lo subrepticio y, sobre todo, lo asimétrico. Es este último atributo el que, halladobajouna resolución emanada de la Justicia, dama de ojos vendados y balanza en mano, más desasosiego ha de causar. El rostro profundo se ha quitado la venda y ha arrojado la balanza; es una justicia calculadora que ve los intereses en juego, contempla las partes del proceso como personas que representan ámbitos específicos. So capa de reparar honores, tal justicia constriñe, limita, violenta, cercena, aísla, saja la lengua, tala las piernas de un justiciable demasiado expresivo, alguien que puede resultar luminoso y fulminante cuando otros llaman al bostezo. Alguien considerado enemigo del sistema, mascarón de proa de una nave que cabalga las ondas y cuyo naufragio ha sido decidido (sin apelación) en tenebrosos despachos.

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