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Manuel Ayau

La hipocresía de la Unesco

Resulta que ahora sólo el Gobierno de Guatemala puede gestionar adopciones y, consecuentemente, se han cerrado los hogares privados de niños abandonados y las adopciones se han suspendido porque el Gobierno no tiene hogares ni fondos .

La ley de la niñez es una ingrata desgracia impuesta en Guatemala y un éxito para la UNICEF a fin de acabar con las adopciones de niños abandonados. También lo logró en otros países que hicieron caso a sus fantasmagóricas historias, dejando así a miles de niños y niñas sin familia y en situación de desdichada pobreza, mendicidad, delincuencia y prostitución, cuando no abortados, por falta de hogares deseosos de adoptarlos.

Son muchos los sorprendidos con frases como "no quieren a los niños pues dejaron de ser negocio". Resulta cruel cinismo referirse así a quienes prestaban el servicio de recibir, mantener, dar albergue, alimentar, proveer de medicinas, dentistas, médicos y educación a niños abandonados, resarciéndose de esos gastos con contribuciones voluntarias y con el cobro de una compensación por prestar ese servicio a la juventud abandonada. El término "comercio de niños" suena tan insidioso como si se criticase a la prensa por vender noticias por dinero o a los diplomáticos de la UNICEF por cobrar dinero por sus servicios. Lamentablemente, desde antes de Dickens ganar dinero tiene mala fama, aunque todo el mundo lo hace, pues no tiene nada de malo y hasta las iglesias solicitan limosnas.

Se sabe de casos aislados de robo de niños en Europa, Estados Unidos y otros países, donde el remedio no es castigar a miles de niños inocentes, sino a los delincuentes. ¿Acaso aquí en Guatemala se ha castigado a alguno? El 95% de las adopciones extranjeras son hechas por familias de Estados Unidos y el Gobierno de ese país requiere dos pruebas de paternidad por ADN. Dicen que raptan bebés para extraer órganos, como si ello no requiriera instalaciones, personal médico calificado, pruebas de compatibilidad y aceptación del origen y procedimiento por parte del receptor; todo un proceso dificilísimo de lograr, especialmente en la clandestinidad. Si el Gobierno lo sabe, ¿por qué no apresa a los criminales? Entre tanto, mientras más amarillo y fantasmagórico el cuento, más gusta a las mentes morbosas.

Resulta que ahora sólo el Gobierno de Guatemala puede gestionar adopciones y, consecuentemente, se han cerrado los hogares privados de niños abandonados y las adopciones se han suspendido porque el Gobierno no tiene hogares ni fondos para cuidar a esos niños. Cuidarlos cuesta un dinero que anteriormente era voluntariamente pagado sin cargo al erario público. Ahora la nueva burocracia recurre a darlos en cuidado a personas "escogidas" y cubrir ella misma los gastos de manutención financiados todos por el pueblo con sus impuestos. ¿Comercio? ¿Negocio? ¿Sobornos?

El peor daño, que obviamente no les importa, es privar a tantos niños abandonados de una familia, de un hogar para que crezcan y se desarrollen, de la oportunidad de educarse y de poder contar con un futuro promisorio. Esa ley constituye una crueldad y debe ser derogada aunque eso no les guste a los embajadores de algunos países y a las instituciones que "ayudan" y que sólo porque dan dinero se creen con derecho a inmiscuirse e imponer sus prejuicios ideológicos en lo que no les incumbe.

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