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Luis Hernández Arroyo

Los responsables de la contracción monetaria

España está en una situación similar a la de los países “emergentes” (otra cursilada) cuando acuden al FMI a pedir ayuda, empero con dos desventajas: una, que no creo que ninguno de ellos se haya presentado con un déficit exterior del 10% del PIB.

Como se puede ver en la tercera entrega del estudio de Alberto Recarte (Cuadros 3 y 4), la oferta monetaria en España se está contrayendo. Es la primera vez que esto sucede en España, al menos desde la normalización de la economía en aquel lejano plan de estabilización de 1959.

Esto se traduce en que la oferta monetaria disponible (efectivo y depósitos) es un 3,3% inferior a la que había en mayo de 2007. Para percibir la seriedad de este dato, téngase en cuenta que la oferta monetaria siempre ha aumentado, y a tasas a veces del 16%.

En todo caso, la gravedad de la situación es ésta: el mercado de liquidez en España está totalmente dislocado, los bancos no logran captar depósitos y el crédito bancario está por los suelos. En el artículo de Recarte se exponen los factores de este hecho sin precedentes. Léanlo con atención; sobre todo lo referente a, para mí, la causa central del problema: el euro. Hay ciertamente, una crisis internacional, pero la de España es una crisis propia. Me voy a limitar a describir algunos aspectos políticos.

Primero, a fuer de ser pesado por insistir, reitero una vez más la frivolidad con la que todos los responsables se han tomado esta grave crisis. Pero voy a ir un poco más lejos: ¿qué decir de la penosa oposición, representada por su portavoz en estos asuntos, sr. Cristóbal Montoro, que no hace más que balbucear críticas al Gobierno con pólvora mojada? En responsabilidades graves, de gravedad histórica, no se escapa casi nadie. Nos metieron en el euro por razones políticas, pero no económicas: las aducidas no eran más que falacias. No hicieron caso de los que criticaban el invento; aunque no hacían más que decir lo que entonces decían muchos grandes economistas  a los que se despachó con el remoquete de que, como eran “americanos” (falso), estaban interesados en el fracaso de euro. Entre ellos se contaban premios Nobel, como Friedman. Lo que de verdad expresaban era su temor, como profesionales independientes, a las consecuencias que ahora vemos.

Martin Feldstein predijo que el euro iba a crear tales tensiones sociales que el objetivo de la UE de “no más guerras” se pondría a prueba. No sé si llegaremos a tanto, pues España es una esquina de la UE. Es duro decirlo así, pero esa es la responsabilidad del sr. Zapatero: haber frivolizado la política hasta lograr que España no le preocupe a nadie, como aquella imagen del susodicho, sólo en una mesa, mientras los líderes del mundo le miraban sin dar crédito a ese tipo aislado, aburrido, sin nada que hacer por su país. Ganó las elecciones, así que no eludamos la responsabilidad de este pueblo satisfecho en esta especie de barrio Sésamo. Pero no quiero dejar de expresar mi repulsa por esos profesionales que a sabiendas se callaron, pues vieron la puerta abierta a su promoción, privada o funcionarial. Que les aproveche.

Ahora, vayamos al meollo. Se puede decir de diversas formas, pero el hecho es que el dinero huye de España cuando más daño puede hacer su ausencia. La economía española se está desplomando, como todos los indicadores importantes dicen. España está en una situación similar a la de los países “emergentes” (otra cursilada) cuando acuden al FMI a pedir ayuda, empero con dos desventajas: una, que no creo que ninguno de ellos se haya presentado con un déficit exterior del 10% del PIB y una deuda del 50% (exigible: la total podría ser del 70%); dos, que a ellos se les obliga a devaluar, cosa que nosotros no podemos. El ajuste que debemos hacer, ya lo he dicho en todos los tonos posibles, será durísimo, pues no tenemos ajuste posible del tipo de cambio ni ayuda exterior. Eso quiere decir que los precios y salarios han de ajustarse por sí mismos a un nivel compatible con el equilibrio exterior. Y, primero, tiene que haber un Gobierno mínimamente responsable que lo haga comprender. Sólo con esto el ajuste sería sin duda más rápido. Miramos a la derecha, miramos a la izquierda, y sólo sentimos desolación.  

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