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Jorge Valín

Arrimando el hombro

Si los impuestos son una incautación forzosa de nuestras rentas y de aquello que nos hemos ganado con nuestro esfuerzo, ¿por qué ha de ser inmoral no informar al Estado de lo que ganamos?

Los dos candidatos americanos a la Casa Blanca se entrevistaron la semana pasada con el pastor protestante Rick Warren. El candidato demócrata, Barack Obama, soltó el típico discurso pijo-progre transformando hechos tiránicos en bellas palabras: "todos debemos entender que la educación, las carreteras, los servicios... no son gratis. Todos debemos arrimar el hombro". ¿No le suena esta expresión de "arrimar el hombro"? También es muy usado por el Gobierno socialista español.

Cuando alguien le pide que arrime el hombro entiende que le está solicitando ayuda y que usted, de forma voluntaria, se la da si quiere. Esta expresión recibe un sentido totalmente diferente cuando es usada por los políticos. En política, arrimar el hombro significa que aprobarán leyes obligándole a pagar más dinero al Estado. Esto no es altruismo, ni bondad, ni mucho menos un acto solidario y de civismo, simplemente es un crimen y un robo ya que usted paga los impuestos porque el Gobierno le amenaza y extorsiona con multarle, juzgarle, encarcelarle o matarle si se defiende de la agresión estatal y no cede el tributo al Gobierno de turno.

Afortunadamente, la sociedad española se está dando cuenta de qué son los impuestos y de que estos son siempre ilegítimos. Según el Ministerio de Economía, casi un 50% de la población ve con buenos ojos no declarar al fisco todas las rentas obtenidas. Estos datos contrastan con los años anteriores. En 1995 sólo el 33% de la población encontraba lícito engañar a Hacienda para no dejarse saquear por el Estado. En 2006 esta proporción ascendió al 39% y en 2008 se sitúa concretamente en el 49%.

Casi el 88% de los encuestados piensan que "hay circunstancias en la vida personal o de una empresa que justifican cierto fraude para seguir adelante". Esto es muy interesante, porque contradice totalmente el argumento izquierdista que los impuestos se revierten directamente en el individuo como un efecto multiplicador al estilo keynesiano generando más rentas o bienestar para todos.

No pagar impuestos es algo más que un hecho circunstancial a la situación económica. ¿Se imagina que por ley tuviésemos que informar a un ladrón a qué horas no estaremos en casa para que él entrase a saquear nuestra propiedad? Si los impuestos son una incautación forzosa de nuestras rentas y de aquello que nos hemos ganado con nuestro esfuerzo, ¿por qué ha de ser inmoral no informar al Estado de lo que ganamos? Si caemos en la extorsión del Estado, éste nos sacará nuestro dinero para comprar más votos, repartirlo entre sus grupos de presión o emprender proyectos de ayuda inútiles que no repercuten en nuestro bienestar. Más bien al revés, lo usarán para crear más leyes que les sirvan para controlar nuestras vidas. Engañar al fisco es un acto de defensa para mantener nuestro bienestar y conservar aquello que nos hemos ganado trabajando. Nadie tiene derecho a sacárnoslo.

¿De verdad cree que la presión fiscal, quesupera ligeramente el 40%, es para pagar los llamados servicios básicos del Estado? Sólo en la recaudación por tabaco y licores ya se paga todo el presupuesto de Defensa. ¿Cree que los políticos administrarán mejor su dinero que usted? Ellos no les bajarán los impuestos, así que tome usted la iniciativa.

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