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La diplomacia no es lo suyo

La declaración trata de amedrentar a los europeos, pero lo que consigue es indignar y convencer de que Rusia es un problema, un país con el que no es posible tener unas relaciones normales.

A lo largo de la historia Rusia ha demostrado tener una indiscutible capacidad para el pensamiento estratégico. Sin embargo sus habilidades diplomáticas han sido siempre limitadas, logrando a menudo con sus acciones lo contrario de lo que buscaban.

Por ahora la invasión de parte del territorio georgiano y el reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjacia ha sido un éxito, el lógico resultado de una operación bien pensada y bien ejecutada. Sin embargo, algunas declaraciones recientes de autoridades rusas no tendrán más efecto que provocar la indignación de las clases dirigentes y de las ciudadanías occidentales.

El comentario, a propósito de unas pruebas rutinarias realizadas con un misil balístico intercontinental del tipo Tópol, de que disponían de la capacidad para penetrar la Defensa contra Misiles Balísticos norteamericana, en vías de desplegarse en Europa, es una amenaza tan burda como inconsistente. Este sistema no fue diseñado para contener un ataque ruso ni su ampliación a territorio europeo tiene que ver con Rusia, sino con Irán. La declaración trata de amedrentar a los europeos, pero lo que consigue es indignar y convencer de que Rusia es un problema, un país con el que no es posible tener unas relaciones normales.

Lo mismo podemos decir de las declaraciones realizadas sobre la presencia de buques aliados en el Mar Negro, denunciando un despliegue agresivo. En el Mar Negro se encuentra una flotilla aliada formada por cuatro fragatas, una de ellas la Almirante Juan de Borbón, de la serie F-100, realizando maniobras programadas con antelación y que nada tienen que ver con la Crisis de Georgia. Estados Unidos ha enviado a ese país dos buques de la VI flota, el patrullero Dallas y el destructor McFaul, con la misión de entregar provisiones con las que mitigar el daño ocasionado por el corte de suministros provocado por Rusia, en el marco de la operación Assured Delivery. En un tiempo y con el mismo fin llegará el buque de mando y control Mount Whitney.

Es evidente que la presencia de estos navíos implica una muestra de solidaridad norteamericana y que la llegada del Mount Whitney, dotado del mejor sistema de C4I (mando, control, comunicaciones, computerización e inteligencia) aumenta sensiblemente la capacidad de información de la VI Flota... pero de ahí a denunciar un rearme naval en el Mar Negro hay un abismo. De nuevo la diplomacia rusa se excede en el fondo y en la forma de sus palabras con el ánimo de generar una sensación de inseguridad, de riesgo de inminente conflicto con el que achantar a la población europea. La Unión Europea puede ser un ejemplo de impotencia, pero el comportamiento ruso produce más indignación que temor. El Consejo Europeo previsto para el próximo lunes probablemente acabará, fiel a su tradición, en un ejercicio de retórica estéril. Sin embargo los dirigentes allí presentes se sentirán más presionados para tomar una decisión firme después de sufrir la sucesión de declaraciones amenazantes rusas.

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