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Pío Moa

Valores en común

El análisis de la situación política, de la realidad histórica presente, debe tener en cuenta estas afinidades profundas. Más aún, si no las calibra en su justo valor ni siquiera será un análisis, sino un enredo

Como la evidencia es lo que menos se ve, y menos todavía en el remolino de espejismos a que nos someten los políticos e ideólogos al uso, conviene insistir en ella. Por ejemplo, en los valores básicos compartidos por la ETA y el PSOE.

Ante todo, los dos partidos son socialistas. Puede haber diferencias de matiz, pero lo esencial del socialismo permanece en ambos: el partido debe determinar –a través del control del Estado, los fondos públicos y los medios de masas– la vida de la sociedad, entrometiéndose incluso en la privacidad de los ciudadanos y sometiéndolos a un permanente lavado de cerebro desde la escuela. Nunca ha sido otra cosa el socialismo, ni en la ETA ni en el PSOE, y, como ha dicho el jefe de este último, sus valores y aspiraciones nunca han cambiado desde su fundación.

Los dos partidos son antiliberales. Sobra argumentarlo, pues sus ataques permanentes al liberalismo no dejan lugar a duda. Aunque liberalismo y democracia no coincidan por completo, el primero constituye la base de la segunda, pues fuera del sistema de libertades e independencia de poderes no hay democracia, sino totalitarismo. Por lo tanto, ETA y PSOE son también antidemócratas.

Los dos son "antiimperialistas". Ven en Usa el enemigo número uno y consideran una prioridad la defensa de los Castro, Sadam, Evo, Chávez, etc.: la "alianza de civilizaciones", por ejemplo.

Los dos son feministas: parloteando de "emancipar a la mujer" de males imaginarios, intentan igualdades no menos imaginarias con las que sustituyen la igualdad ante la ley, otra base liberal de la democracia. Como en tantas cosas, tratan de conseguir una bolsa de votos cautivos a cambio de privilegios o discriminaciones pretendidamente positivas. Su feminismo va de la mano con la promoción de la homosexualidad y el socavamiento de la familia.

Los dos son antiespañoles, activamente la ETA y pasivamente el PSOE. Este último salió al ruedo tras la muerte de Franco hablando de autodeterminación, como la ETA. "Autodeterminación" es la consigna con la que se encubre el proyecto de desmembración de España, y nunca fue otra cosa. Más tarde el PSOE olvidó la consigna, que podía restarle votos en el conjunto del país, pero permanece su coincidencia con la ETA y los separatistas en una valoración muy negativa de la historia de España, según observaba Julián Marías. Sus sinuosas maniobras balcanizantes durante estos últimos cuatro años, con la colaboración última del PP, demuestran su concepción profunda al respecto. Solo el riesgo de perder el poder disuade al PSOE de ir mucho más allá en la desintegración de España.

Los dos son antifranquistas, y lo son de modo furibundo. Pero ese antifranquismo sólo quiere encubrir su carácter antidemocrático, ya que la democracia actual viene, efectivamente, del franquismo y no de la ruptura ansiada entonces por aquellos partidos de la "autodeterminación", siempre enemigos de las libertades –aunque las invocaran en cuanto creyeran poder explotarlas–. El programa involucionista del actual Gobierno en connivencia ("diálogo") con la ETA ha consistido fundamentalmente en desmantelar la herencia de la Transición, y para ello han usado el "antifranquismo" como pretexto y cobertura. Y, no por casualidad, su farisaica explotación de las víctimas de la represión glorifica a los chekistas y denigra a los inocentes.

En fin, por no seguir, señalemos que ambos partidos tienen una amplia experiencia práctica de terrorismo, el PSOE mucho más antigua y en ocasiones virulenta que la ETA.

El análisis de la situación política, de la realidad histórica presente, debe tener en cuenta estas afinidades profundas. Más aún, si no las calibra en su justo valor ni siquiera será un análisis, sino un enredo, y no permitirá entender nada de cuanto sucede ante nuestros ojos. Pero abundan quienes creen que cerrar los ojos ante los peligros los hace desaparecer.

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