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José Díaz Herrera

Preguntas que no responderá el juez de jueces

¿Va a esclarecer definitivamente el magistrado la purga ocurrida en Barcelona contra los dirigentes del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) por los dirigentes del PSUC con la connivencia de Moscú?

La osadía de Garzón más bien parece un camino a ninguna parte, un brindis al sol, una iniciativa condenada al fracaso, que ninguna otra cosa. Porque nadie se lo imagina redactando una simple lista de desaparecidos sino echando más leña al fuego de la discordia. Tampoco va a resolver ninguno de los grandes enigmas de la Guerra Civil, que siguen pesando como losas en la conciencia colectiva. Por ejemplo, y sin ánimo de ser exhaustivos, estos:

¿Investigará el gran detective de la Justicia los sucesos de Casas Viejas del 11 de enero de 1933, los de Castilblanco (Badajoz), ocurridos en 1931 donde mueren cuatro guardias civiles a manos de manifestantes, o los de Arnedo (La Rioja), donde perecen cinco civiles al disparar la Guardia Civil contra una concentración de trabajadores?

¿Verificará si Manuel Azaña ordenó a la fuerza actuante en Casas Viejas pegar tiros en la barriga a los anarquistas como afirmó el comandante Bartolomé Barba –fundador y columna vertebral de la UME–, de guardia aquel día en la 1ª División Orgánica?

¿Sacará a la luz la verdad sobre las checas de San Antón, Porlier, Modelo y Ventas; de las matanzas de Bilbao (presidios Altuna Mendi, Aranzazu Mendi, Cabo Quilates, Ángeles Custodios, Larrinaga y otros); San Sebastián (Ondarreta, Fuerte Guadalupe, Polloe), Santander (Alfonso Pérez), las de de Paracuellos y Torrejón de Ardoz, Usera, la represión republicana de Málaga y la contrarrepresión de "Carnicerito de Málaga"?

¿Aclarará definitivamente el ínclito sabueso de la Justicia quien mató a José Calvo Sotelo y sus conexiones con los guardaespaldas de los diputados socialistas Margarita Nelken, Indalecio Prieto y otros dirigentes de la república?

¿Nos ilustrará su Señoría acerca del mayor genocidio del siglo XX contra la Iglesia católica, con más de 7.000 sacerdotes y religiosos y doce obispos asesinados por los correligionarios de aquellos a quienes esas asociaciones de víctimas que piden ahora Justicia quieren desenterrar?

¿Investigará el juez a los responsables de la Junta de Defensa de Guipúzcoa quienes, después de garantizar la vida de los militares de los cuarteles de Loyola para conseguir su rendición les fusilaron en masa (más de cincuenta en una noche) y sin juicio previo, incluido el coronel León Carrasco Amilibia, tío de uno de los negociadores, el diputado socialista Miguel Amilibia Machimbarrena?

¿Va a esclarecer definitivamente el magistrado la purga ocurrida en Barcelona contra los dirigentes del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) por los dirigentes del PSUC con la connivencia de Moscú?

¿Pedirá al centro ruso para el estudio de los documentos de la historia moderna sito en Moscú la documentación del delegado de la Internacional comunista en España, el húngaro Ernst Moritsovitx Gere, alias Pedro Rodríguez Sanz, para conocer la implicación de la Komintern en las purgas contra los disidentes a la ortodoxia de la URSS tras acusarles de trotskistas y agentes franquistas?

¿Será capaz el campeón mundial de la Justicia de aclarar si las cartas enviadas por el espía ruso Alexander Orlov, alias Xvied, a Stalin acusando a los dirigentes del POUM de espías de Franco formaron parte de un burdo montaje de la NKVD soviética?

¿Va a investigar la muerte de Andrés Nin a manos de los esbirros de la Lubianka en aparente connivencia con los comunistas "ortodoxos"? ¿Arrojará luz acerca de si el fatal desenlace ocurrió en la prisión celular de Alcalá de Henares el 22 de junio de 1937, controlada por la NKVD, tras varios días de palizas e interrogatorios?

¿Se atreverá el juez a sacar a flote los ajustes de cuentas de André Marty "El Carnicero de Albacete", comisario político de Moscú y oficial inspector general de las Brigadas Internacionales, contra sus compañeros de milicias?

¿Nos aclarará si organizó su propia checa en Albacete y mandó a fusilar a cerca de 500 brigadistas –especialmente polacos, eslavos, alemanes y húngaros–, acusados de cobardía ante el enemigo, lo que le causó las críticas de Palmiro Togliatti, otro de los organizadores de las Brigadas, quien censuró sus "métodos de trabajo"?

¿Pedirá el hijo predilecto de Torres (Jaén) al FBI y a la CIA los papeles secretos del general soviético Alexander Orlov quien, como se sabe, acabó sus días trabajando en Estados Unidos para los norteamericanos?

¿Sabremos alguna vez los españoles quién mató al dirigente anarquista de origen leonés Buenaventura Durruti en las cercanías de la casa de Campo de Madrid? ¿Fue una bala perdida o una bala teledirigida desde el Kremlin?

¿Va el doctor Garzón, como se le conoce en América Latina, a investigar a los dirigentes comunistas que organizaron el maquis y mandaron a centenares de republicanos a la muerte? ¿O les otorgará la patente de patriotas y condenará a los guardias civiles encargados de perseguirles?

¿Nos aclarará el magistrado si fueron delito los fusilamientos en el campo de batalla practicados a mansalva por los comandantes republicanos en el frente de Asturias a cuantos gritaban "nos tienen rodeados", acusándoles después de muertos de quintacolumnistas?

¿Con que versión se quedará Garzón del bombardeo de Guernica, con la del Gobierno Vasco que cifró los muertos en 1.635, con la del "historiador" Hugh Thomas que habla de 1.000 o con los de la asociación Gernikazarra, integrada por expertos independientes, que hablan de 126 fallecidos aunque sólo se puedan documentar 115?

¿Fue un acto de barbarie premeditada contra una población civil indefensa, contrario al derecho de gentes, como han escrito centenares de "historiadores", o una acción de guerra encaminada a aniquilar a los batallones vascos que huían en desbandada de los frentes de Eibar y Elgueta, tras su estruendoso derrumbe, y que acudían a refugiarse en masa a Guernica, acto que impidió el jefe de Estado Mayor del Ejército Vasco, Alberto Montaud y su segundo, Sabino Apraiz, ordenando la dispersión de las unidades antes del bombardeo?

¿Por qué no fusiló Franco a ningún pez gordo del PNV, salvo a Azkue y a Markiegui, a pesar de haberlos apresado a casi todos en Santoña y permitió que ajusticiaran, sin que le temblara el pulso, al presidente de la Generalitat Lluis Companys años después?

¿Podrá conocer la opinión pública mundial si es cierto que los miembros de la brigada Abraham Lincoln, con algunos de los cuales compartió Garzón mesa y mantel en Nueva York, financiaron al FRAP por medio de Julio Álvarez del Vayo y Mario Salegui porque no estaban de acuerdo con la línea revisionista del PCE de Carrillo?

Y por último, una pregunta a tono con el rigor que se espera de una investigación con todos los visos de convertirse en un espectáculo: ¿sabremos los españoles si el mandil masónico que se encontró en el despacho del lehendakari, en el hotel Carlton, tras la rendición de Bilbao (enviado por Franco al Vaticano para demostrar la falta de religiosidad del PNV) pertenecía a José Antonio Aguirre y si el crucifijo con el que se paseó por su despacho poco antes de la caída de la capital de la "nación" vasca era el mismo con el que fue enterrado Sabino Arana, según testimonio del cónsul francés en Bilbao? ¿Fue el misterio del mandil masónico sin resolver ─asunto de escasa relevancia en democracia pero muy importante para el Régimen─ otro de los montajes de Franco, señor Garzón?

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