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Walter Williams

Racismo solidario

Los negros no nos podemos permitir que nuestros hijos se conviertan en unos fracasados sólo para que, en nombre de la diversidad, los progres blancos y los fanáticos de la raza puedan sentirse mejor consigo mismos.

¿Qué es lo más conveniente para los intereses de la comunidad negra: un estudiante negro admitido en una facultad de Derecho de postín como Harvard, Stanford o Yale que termina en el 10% de alumnos con peores notas de su clase, es expulsado o suspende el examen de colegiación, u otro que asiste a una facultad mucho menos prestigiosa pero que saca notas igual de buenas que sus compañeros blancos, se licencia y aprueba el examen? Yo, y espero que cualquier otro norteamericano, diría que es preferible la segunda opción.

La profesora Gail Heriot, miembro de la Comisión para los Derechos Civiles de los Estados Unidos y del claustro de la facultad de Derecho de la Universidad de San Diego, estudia el desajuste académico en su artículo La discriminación positiva en las facultades de derecho estadounidenses, publicado en el Journal of Contemporary Legal Issues (2008). Citando la investigación de Richard Sander, profesor de Derecho de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Heriot afirma que en las facultades de Derecho de élite, el 52% de los estudiantes negros de primer curso obtuvo calificaciones que los situaron entre el 10% con peores notas de su promoción (la proporción de estudiantes blancos con tan malos resultados es del 7%). Los negros sufrieron  un índice de abandono y suspenso del 19%, comparado con el 8% entre los blancos. Solo el 45% de los alumnos negros aprobó el examen de colegiación a la primera, mientras que sí lo hizo el 78% de los blancos. Incluso después de varios intentos, apenas el 57% de los estudiantes negros logró pasar la prueba.

La profesora Heriot señala que esta tragedia cambia radicalmente cuando estudiantes negros y blancos de Derecho con expedientes académicos parecidos compiten entre sí en el mismo centro. Sacan más o menos las mismas notas y, cuando se someten al examen de colegiación, los niveles de aprobados son similares.

En nombre de la discriminación positiva, la diversidad y el multiculturalismo, los estudiantes negros están siendo admitidos en facultades de Derecho donde sus expedientes son muy inferiores a los de sus compañeros blancos. El examen del consejo de admisión para las facultades de Derecho (LSAT), cuya nota oscila entre 120 y 180 puntos, es una prueba requerida por la mayor parte de las facultades de Derecho. Según el Journal of Blacks in Higher Education, la nota para Harvard, Stanford y Yale es 170. En 2004, tan solo el 0,03% de los negros alcanzó esa puntuación, que sí obtuvo el 3,1% de los blancos. En conjunto, la nota de corte para los negros es 142; para los blancos, 152. Muchos blancos admitidos en facultades de Derecho de prestigio se ven sometidos a un entorno altamente competitivo en el que las probabilidades de éxito son bastante remotas. Para cubrir lo que perciben como su cuota de estudiantes negros, las facultades de segundo y tercer nivel deben reducir a su vez sus estándares de admisión. El resultado es que esos estudiantes negros terminan entre los peores de su promoción. Esta política es verdaderamente perversa y mezquina, pues los negros que tendrían éxito en facultades de Derecho de segundo y tercer nivel son reclutados y admitidos en el entorno altamente competitivo de los centros de primer nivel en aras de la diversidad; y terminan convirtiéndose en unos fracasados.

Piense en ello de esta manera: Suponga que usted me preguntara si estoy dispuesto a enseñarle a boxear. Yo le diría que sí, pero el primer combate que organizaría para usted sería contra el campeón Lennox Lewis. Puede que usted tenga el potencial para convertirse en última instancia en un excelente boxeador, pero recibirá una paliza de campeonato antes de que pueda aprender a encajar y esquivar. Lo mismo sucede con cualquier estudiante, sea blanco o negro, que sea introducido en un entorno académico en el que su historial no alcance ni de lejos el de sus compañeros. Así es menos probable que tenga éxito, mientras que si estudia en un entorno más relajado y menos competitivo donde pueda recibir ayuda personalizada, tendrá más posibilidades de salir mucho mejor parado.

Muchas veces he defendido este argumento, y al final me han preguntado: Si los centros de alto nivel no siguen criterios de admisión diferenciadas según la raza, ¿cómo van a tener suficientes estudiantes negros? Mi respuesta es que eso es problema suyo. Los negros no nos podemos permitir que nuestros hijos se conviertan en unos fracasados sólo para que, en nombre de la diversidad, los progres blancos y los fanáticos de la raza puedan sentirse mejor consigo mismos.

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