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Juan Carlos Girauta

Cegado por los dioses

Se hurta la denuncia más importante, la que apunta a la toma de las conciencias, al reino del relativismo, al nuevo nihilismo. Se prolonga la visión de una derecha capaz de afiladas críticas... en lo secundario.

La intervención ante la Junta Directiva del PP era la ocasión propicia, después del largo verano popular, para que Rajoy ofreciera un análisis en profundidad de la situación española. En profundidad, sí, pero también en altura, con la perspectiva suficiente para identificar las principales amenazas a las que se enfrenta el sistema de libertades. Y con el necesario sentido histórico para establecer el marco general del debate político de los próximos años, no de los próximos días.

Era el momento, digo, porque antes del paréntesis vacacional Rajoy pasó demasiado tiempo atento a otras cosas: asegurar su continuidad en el cargo; borrar del organigrama los nombres molestos, que eran todos los que podían mirarle de frente y hablarle de tú a tú (más los que estos pares habían situado en puestos clave); exonerarse a sí mismo de toda responsabilidad por la derrota electoral; y cortar los puentes con los medios que le habían apoyado manteniendo el sentido crítico, conservar la relación clientelar con el periodismo de derechas acrítico y echarse en brazos de Prisa, incorporando en el impulso lo principal del imaginario progre.

Por eso el problema del discurso de Rajoy no es que falte a la verdad en cada consideración parcial. Es cierto que Zapatero defraudó en el Congreso, que la desconfianza crece por momentos, que el Gobierno anda descoordinado. No lo es tanto la debilidad parlamentaria del PSOE, cuya capacidad de alcanzar acuerdos al precio que sea está más que acreditada. Tampoco resulta justo ni decoroso –y además es completamente innecesario– relacionar que veinte mil españoles se vayan a la vendimia francesa con el cobro del seguro de desempleo por parte de "muchos extranjeros". Llama a confusión. ¿Qué quiere, que no lo cobren? Lo menos indicado ante el tsunami de paro que nos viene es señalar con el dedo al extranjero.

Falta una imagen integrada, global y alternativa. Se hurta la denuncia más importante, la que apunta a la toma de las conciencias, al reino del relativismo, al nuevo nihilismo. Se prolonga la visión de una derecha capaz de afiladas críticas... en lo secundario. Y desdeñosa siempre en su monotema, la economía, que es el más difícil de vender al público por obvias razones de dificultad técnica, aunque Rajoy confía en que opere por sí solo, vía recesión, el giro del voto. Mientras tanto, Soraya SS hace guiños en El País para sumarse al linchamiento perpetuo de la COPE y Cospedal anticipa el resultado de un Congreso para el que faltan casi tres años. Los dioses ciegan a quienes quieren perder.

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