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Amando de Miguel

Hermosos arcaísmos del idioma

En la guerra civil a los francotiradores los llamaban "pacos". Desde luego, habría sido muy feo que el bando nacional utilizara la palabra "francotirador".

Agustín Fuentes se lamenta de la pérdida de algunas palabras que él oyó en su infancia de Valladolid, producto de una sociedad de la escasez. La primera es tazar (= estropear la ropa por el uso), que sí viene en el DRAE, y la segunda es asturar (= tostar la ropa al plancharla), que no viene en el DRAE. De todas formas, el Diccionario del castellano tradicional, de César Hernández Alonso, sí incluye asturar (= quemar algo sin que llegue a arder). Por cierto, que en las noticias sobre incendios de los muertos se suele oír lo de "completamente calcinado" cuando una gran parte del bosque incendiado seguramente no pasa de asturado.

Eduardo Fontín me dice que su madre (nacida en 1920) utilizaba mucho lo de "esto no es una república" y llamaba cábilas a los niños escandalosos del barrio. En efecto, república ha significado durante mucho tiempo "lugar donde reina el desorden" y también "reunión de jóvenes que comparten una vivienda". Estaba bien llamado, pues res pública significa "la cosa en común". Por ejemplo, se decía "república de oficiales" a los militares solteros que compartían una vivienda. El franquismo intentó desterrar ese término que pasó a ser "imperio de oficiales". La cosa no tuvo éxito. El Diccionario para un macuto, de Rafael García Serrano, recoge imperio como la "Comunidad de oficiales en campaña para asuntos gastronómicos". Antes se llamaba república. El cambio fue parecido a otro que recoge García Serrano: la ensaladilla rusa pasó a ser ensaladilla nacional. Todavía puedo yo atestiguar otro cambio: los filetes rusos o empanadas pasaron a ser filetes imperiales,  al menos en los campamentos del Frente de Juventudes. Lo de cábila como insulto (= rebelde, alborotador) se popularizó en los años veinte con ocasión de la guerra de Marruecos. En el DRAE figura cabila (voz grave) como "tributo de beduinos o de bereberes". Manuel Azaña emplea el sentido desdeñoso al hablar en 1932 de las "cabilas monárquicas" (= golpistas o rebeldes antirrepublicanos).

Agustín Fuentes recuerda lo que oyó de su padre: que en la guerra civil a los francotiradores los llamaban "pacos". Desde luego, habría sido muy feo que el bando nacional utilizara la palabra "francotirador". Pero entiendo que la palabra "paco" (claramente onomatopéyica) se acuñó en las guerras o escaramuzas de Marruecos a principios del siglo XX. Así lo recoge el libro de José Antonio Pérez-Rioja. La España de los años 20 en el lenguaje.  El sonido de "pac" era característico del Máuser, con el que yo todavía hice la mili.

Sobre las medidas tradicionales, Feli García (Santa María de Valverde, Zamora) me dice que en su pueblo la cuartilla es la cuarta parte de una cántara y equivale a unos 4 litros. Una tradición era el rito de paso de los adolescentes que pasaban a ser "mozos". Para ellos debían "pagar la cuartilla", es decir, costear una cuartilla de vino más una lata de escabeche y un paquete de Celtas para todo el grupo de mozos. Añado que la "cuartilla" equivale a un "galón" inglés. Por lo mismo la "vara" castellana es, más o menos, la "yarda" inglesa (= un paso). Otrosí, no debe confundirse la cuartilla (= cuatro litros) con el cuartillo (= medio litro, la cuarta parte de un azumbre). El cuartillo castellano viene a equivaler a la pint inglesa.

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