Menú
Juan Carlos Girauta

La mano visible

En cuanto a los periodistas capaces de llamar ultraliberal a Bush y los políticos que sin saber leer un balance hacen de maestros ciruela, una mínima piedad me impide calificarlos.

Los heroicos defensores de sus privilegios, que en España presiden patronales y en América, por lo visto, más de lo que sospechábamos, conocen de oídas la doctrina de un escocés que siglos ha descubrió las ventajas de que cada cual persiguiera su propio interés. La noticia no incluía los requisitos previos, el marco adecuado para que tales vicios privados se transmutaran en públicas virtudes. Si La riqueza de las naciones del escocés la toman ellos por la bicoca de los banqueros (y demás filántropos), La fábula de las abejas de un inglés de adopción se les escapa del todo, y eso que el título alternativo del poema de Mandeville les encaja como anillo al dedo: Los bribones se ponen honrados.

La gran alharaca, el entusiasmo con que el magma político-mediático-empresarial-sindical español está acogiendo el “paréntesis” que le ha puesto al libre mercado un pato cojo (y bastante ciego) resulta de lo más incoherente, a poco que lo piensen. ¿Qué motivo de alegría ve el trabajador o el empresario medio en la demostración definitiva de que algunos sectores sólo pueden ganar? Ninguno. De lo que se infiere una vez más que ni patronal ni sindicatos representan nada, más allá de los intereses personales de sus jerarcas. En cuanto a los periodistas capaces de llamar ultraliberal a Bush y los políticos que sin saber leer un balance hacen de maestros ciruela, una mínima piedad me impide calificarlos.

Incluso gentes que parecían razonables andan contentísimas porque allí donde el Estado nunca puede faltar, que es en la prevención del fraude y del abuso, allí es justamente donde desaparecerá todo control eficaz: las actuaciones de la Superagencia que va a socializar las pérdidas de las instituciones financieras americanas quedarán (¡por ley!) fuera del control de la Justicia y del resto de la Administración. Es el liberalismo de la mano visible. E impune.

Ya aplauden con las orejas al unísono (¡quién se lo iba a decir!) los que van a enjugar sus errores empresariales con el paño de nuestros impuestos y un progrerío incapaz de entender que sus filas se llenarán pronto de fans (y émulos) del antisistema Enric Duran. Si vas a tener que cubrir con el fruto de tu trabajo la mala gestión de un sistema financiero que en España ha dedicado el 60% del crédito a un ladrillo más que sobrevalorado, ¡coge el dinero y corre!

Lo que hace cualquier grupo de empresarios en cuanto se quedan solos lo conocemos de sobra los liberales. En cuanto a tanto entusiasta del fraude legal y la estafa generalizada, algún día entenderán, a un altísimo precio, que las malas deudas siempre acaba pagándolas alguien.

En Libre Mercado

    0
    comentarios