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Irán es más peligroso que la crisis

Para cuando el nuevo presidente americano se disponga a tomar posesión de su cargo, el 20 de enero, Irán podría tener ya material suficiente para montar una primera bomba atómica. ¿Lo hará? Nadie lo sabe.

Es un dicho ampliamente aceptado que los gobiernos no saben atender más que a una cosa a la vez. Y las crisis que se van sucediendo en este verano no hacen sino apuntalar la verdad que encierra: Georgia, la historia de una aventura militar rusa que concentró las páginas de todos los periódicos a comienzos de agosto, de una honda repercusión estratégica según todos los analistas occidentales, movilizadora de la Unión Europea y de la misma OTAN, ha caído en el olvido, arrasada por la volatilidad primero del precio del crudo y, posteriormente, por la crisis financiera americana. El mismo precio del petróleo inundaba las páginas de este verano, cuando llegó a rozar los 150 dólares, para pasar a tercer plano al bajar a poco más de 100. Hoy sólo existe la crisis económica. En América, por la atención al plan de rescate de Bush que ha llegado a empañar la contienda electoral por la Casa Blanca; en España, porque todo lo demás ha quedado postergado, incluso con los atentados de ETA.

Pero el mundo no se ha detenido. Ni se detendrá simplemente porque no le prestemos la debida atención. Por ejemplo, en la última semana se han producido dos hechos importantes para nuestro futuro, pero que han pasado sin pena ni gloria por delante de nuestra atención colectiva. El primero, la fanfarria montada por el presidente iraní, Mahamud Ahmadinejad, a su paso por Nueva York, donde no ha dejado de condenar a Estados Unidos y a Israel y de augurarles que serán eliminados en un futuro no muy lejano; el segundo, mucho más importante, la publicación del último informe de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, en el que se apunta claramente que Irán prosigue en su camino hacia la bomba atómica.

De hecho, es posible incluso pensar que las payasadas genocidas de Ahmadinejad estaban deliberadamente pensadas para concentrar el espacio que le dedicarían los medios, dejando oculto así la esencia del problema, su ambición nuclear.

El viernes pasado, el nada sospecho director de la AIEA, Mohamed Elbaradei, anunciaba en Alemania que Irán está a punto de llegar a ser una potencia nuclear "virtual". Es decir, que los ayatolas cuentan con todos los requisitos científicos y técnicos para fabricar una bomba si así lo deciden. En palabras de Elbaradei, "tienen la receta, sólo le faltan algún que otro ingrediente", en clara referencia al material fisible, bien uranio enriquecido, bien plutonio.

El problema no es únicamente que los iraníes también saben cómo enriquecer uranio, sino que lo vienen haciendo desde hace meses y, por lo que se puede saber, a un ritmo creciente desde diciembre pasado. Según la AIEA, a finales del pasado agosto, es decir, hace 29 días, Irán había producido 480 kilogramos de hexafluoruro de uranio enriquecido al 4%, con un ritmo de producción de poco más de 45 kilos al mes. Es decir, a final de año contará con cerca de 700 kilos de uranio de bajo enriquecimiento.

Ahora bien, si ese uranio no es apto para uso militar, todos los científicos afirman que si se utiliza para realimentar el proceso de centrifugación, el nivel de enriquecimiento militar (por encima del 95% y preferiblemente al 98%) se acelera enormemente. Así, con 700 kilos retroalimentado las cascadas de centrifugadoras producirían 35 kilos de uranio de nivel militar en algo menos de tres meses. Esto es, que para cuando el nuevo presidente americano se disponga a tomar posesión de su cargo, el 20 de enero, Irán podría tener ya material suficiente para montar una primera bomba.

¿Lo hará? Nadie lo sabe, habida cuenta del atrevimiento de su presidente actual. Si siguiera una pauta lógica como la nuestra, lo más probable es que Irán pospusiera la fabricación hasta que tuviera suficiente material fisible pata tres o cuatro bombas, de tal forma que las pudiera desperdigar y ocultarlas a buen recaudo. Pero de nuevo, el ansia de Ahmadinejad es tal que no se puede descartar nada. Con todo, ¿cómo afectaría a su comportamiento saberse poseedor de un ingenio atómico? Bastante tenemos ya de altanería y soberbia sin tenerlo.

Le peor de todo es que los occidentales seguimos jugando a un juego que se ha evaporado ya. El de creer que tenemos tiempo como para alcanzar una solución diplomática. Si no se actúa contra Irán, Irán actuará contra nosotros. Y mucho antes de lo que pensamos.

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