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José García Domínguez

Osadía de máxima calidad

Huelga decir que serán ustedes, los contribuyentes, los únicos membrillos que habrán de cargar con el quebranto cierto de negocio tan ruinoso como el que ahora les prescribo.

Debe pensar que todos, incluidos los que no le votamos, somos discapacitados cognitivos de capirote y con balcones a la calle. No se me ocurre otra explicación a osadía tan sin límites como la suya. Y es que hay que ser algo más que audaz –por ejemplo, temerario– para tratar de vender una moto como ésa de los "activos de máxima calidad", los que ansía mercar por nuestra cuenta y riesgo a los bancos y cajas del sistema financiero más sólido del mundo. Con lo sencillo que hubiera sido dirigirse a la Nación –o como quiera que él llame a la incierta explanada que resta entre Francia, Portugal y el Sultanato de Marruecos– y confesarle tal que así la acongojante verdad:

Señoras y señores, la deuda que a estas horas mantienen con la banca las promotoras inmobiliarias y las grandes empresas constructoras españolas asciende al sideral montante de 470.000 millones de euros, prácticamente la misma cifra que ha destinado George W. Bush a su gigantesco plan para rescatar al sistema financiero norteamericano (505.507 millones de euros). Por lo demás, si la cotización en Bolsa de tales sociedades ha caído en lo que va de año un promedio del noventa y el cincuenta por ciento, respectivamente, ello no obedece a que los inversores sean criptomarianófobos conjurados que no están p´ayudar, sino, simplemente, a que presuntos activos de máxima calidad han devenido en contrastados chicharros de paupérrima solvencia."

Así las cosas, no les voy a engañar. Imitando a pies juntillas a mi denostado Bush, arrancaré cincuenta mil millones de euros de sus escuálidos bolsillos con el fin de socializar una parte de las inmensas cordilleras de basura fiduciaria que han crecido como setas a la sombra de los balances de comprobación y saldos de los bancos. Por lo demás, huelga decir que serán ustedes, los contribuyentes, los únicos membrillos que habrán de cargar con el quebranto cierto de negocio tan ruinoso como el que ahora les prescribo.

En fin, ustedes, como el del anuncio de Media Markt, no son tontos. De ahí que no se les escapará que estos magnos ejercicios de salvamento y socorrismo sólo tiene sentido financiero bajo esa gravosa premisa: traspasando al Estado única y exclusivamente los activos tóxicos; la purria degradada, devaluada e invendible; inmunda caución de la que ni siquiera se antoja posible discernir cuánto habría de valer, si es que algo vale, pues nadie está dispuesto a soltar un miserable céntimo por ella en el mercado. ¿O acaso resta alguien tan rematadamente cándido como para pensar que ayudaría en algo a la solvencia del sistema desposeer a los bancos de los activos de verdad, los únicos que aún generan confianza en sus clientes?

Pero no caerá esa breva.

En Libre Mercado

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