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Agapito Maestre

Dejadez y estulticia

He sentido, sí, más vergüenza al oír a González Pons que a Rajoy porque mientras que el segundo revela desidia, dejadez y vagancia, vicios todos ellos repudiables (pero sin duda alguna superables), el primero muestra torpeza, estulticia y distracción.

Se los llevan crudos, como diría el castizo, y además desprecian a las instituciones que les pagan. La historia es vieja, tan vieja como la humanidad, pero no por conocida vamos a justificarla. Las declaraciones de Rajoy sobre el coñazo del desfile militar o, peor todavía, las repetidas ausencias de Zapatero, por cansancio, estrés o excusas similares, de reuniones institucionales previamente fijadas, reflejan quiénes son nuestros políticos. Pero, a pesar de la gravedad de esos gestos y manifestaciones, son más lamentables los pretendidos "análisis" serios que hacen, en programas de radio o televisión de gran audiencia, nuestros políticos de la situación económica.

Así las cosas, si alguien me preguntara quién me ha producido más vergüenza, si Rajoy, por sus declaraciones sobre el 12 de octubre, o González Pons, por su "crítica" al Gobierno por la medida de los 50.000 millones de euros, creo que me inclinaría a contestar que el segundo. Entre la dejadez y la estulticia, cómo no, siempre opto por la primera. He sentido, sí, más vergüenza al oír a González Pons que a Rajoy porque mientras que el segundo revela desidia, dejadez y vagancia, vicios todos ellos repudiables (pero sin duda alguna superables), el primero muestra una torpeza, estulticia y distracción en el sentido sajón –o, lo que es lo mismo, que nos hace perder tiempo para cosas mejores–, que difícilmente se lograrán vencer con adiestramiento, teniendo en cuenta la edad del protagonista.

Ha dicho González Pons que el plan del Gobierno es malo porque fue decidido después de una reunión de Zapatero con los "banqueros", los grandes banqueros, insistía en tono extraparlamentario, de España. ¿Con quién se hubiera reunido él o es que acaso no se ha enterado de que la crisis es bancaria? ¿Quizá se hubiera entrevistado con una ONG o con los sindicatos? Pero, señor mío, si el problema está, sobre todo, en el sector bancario, entonces cómo se le puede reprochar a Zapatero que se reúna con sus representantes. En fin, ni el contexto de la crítica ni el tono utilizado por González Pons responden a alguien sensato que representa a la derecha o al centro político de España. El tono, sí, de este hombre criticando a Zapatero por reunirse con los banqueros –¡los despreciables banqueros de puro y chistera!– más se parecía al utilizado por un comunista, naturalmente, del corte de Llamazares o similar, que al representante de una fuerza política que defiende las bondades de la economía de mercado, o sea, el sistema capitalista y la democracia.

Después de esa entrada en la cadena SER, el señor González Pons siguió desgranando, o mejor, perorando sin sentido político y económico su rechazo a la medida del Gobierno; especialmente insufrible y bochornoso fue la siguiente soflama: el Gobierno no debe darle el dinero, directa o indirectamente, a los bancos y cajas de ahorro, sino que tiene que crearse una especie de oficina o similar, algo cercano al ICO o una institución casi de carácter benéfico, que reparta el dinero... Pero, por favor, que alguien le explique a este hombre que esto no es, ni al principio ni al final de la crisis, un problema de caridad o de darle dinero al más necesitado en nuestra escala social, sino de que el sistema financiero español en general, y la banca en particular, le falta de liquidez. Liquidez, liquidez y liquidez. Ya sé, ya sé, que hay otros mil problemas, pero el que señalo es fundamental para aplaudir, rechazar o, sencillamente, criticar la medida del Gobierno con sentido político. Ese que le falta al torpe razonamiento de González Pons, que mueve a hilaridad y desprecio, insisto, no tanto porque no esté de acuerdo con la medida del Gobierno, que es muy criticable por muchas razones y motivos, algunos de los cuáles yo he expuesto aquí, pero no, precisamente, por esas groseras simplezas y majaderías del portavoz del PP.

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