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Corea y el eje del Mal

¿Qué estarán pensando en estos momentos en Teherán? Que si los americanos no se han atrevido a ponerse duros con un pequeño país, mucho menos lo harán con una gran nación como Persia.

En el 2002, George W. Bush metió a Corea del Norte en su famoso "eje del mal", aquellos tres países, Irak, Irán y Corea, donde se cruzaban los peligrosos caminos del terrorismo y las armas de destrucción masiva. Corea del Norte se lo merecía entonces porque había desafiado a la comunidad internacional dotándose de armas nucleares y porque alimentaba la proliferación vendiendo cuanto quería a terceros a fin de ganarse unos dólares. Aunque la relación del régimen de Piongyang con grupos terroristas era escasa, se mantuvo a Corea del Norte en la lista de Estados que patrocinan al terrorismo como un instrumento más de presión con el que forzar el abandono de su programa nuclear.

Pues bien, seis años más tarde, este pasado viernes, el Departamento de Estado norteamericano ha decidido borrar de dicha lista a Corea del Norte. ¿Por qué? A cambio de un compromiso verbal de las autoridades coreanas de que detendrán el enriquecimiento de uranio y la fabricación de plutonio en su reactor de Yongbion. Condoleezza Rice afirma que es un buen acuerdo lo logrado. Pero no lo es. Al contrario, sienta un pésimo precedente para otras posibles negociaciones nucleares.

Para empezar, Corea del Norte se compromete, efectivamente, a no enriquecer uranio ni reprocesar plutonio en su reactor de Yongbion. Algo, dicho sea de paso, a lo que ya se habían comprometido hace un año (todo el mundo puede recordar la destrucción de parte de sus instalaciones televisada al mundo entero). Este reciente acuerdo se fragua bajo la amenaza norcoreana de retomar su programa nuclear. Aún peor, aun cuando lo cumplan a partir de ahora, la instalación nuclear de Yongbion tiene los días contados por su propio ciclo vital. Ya se han extraído todos los componentes que cabía esperar de ese reactor. Su patada, pues, poco consigue. Máxime cuando los negociadores americanos siempre han sospechado de que Corea ocultaba otras instalaciones de enriquecimiento.

Así pues, con este acuerdo, Corea se librará de sanciones que estrangulan aún más si cabe su economía, pierde un importante estigma diplomático a cambio de muy poco o nada. El régimen norcoreano no acepta ningún mecanismo de verificación de que está cumpliendo con el compromiso. Atrás ha quedado aquella máxima de Ronald Reagan que había inspirado la política de control de armamentos desde los 80: "confía, pero verifica".

¿Qué estarán pensando en estos momentos en Teherán? Que si los americanos no se han atrevido a ponerse duros con un pequeño país, mucho menos lo harán con una gran nación como Persia. Y que las negociaciones diplomáticas acaban jugando a favor del proliferador si se las permite desarrollarse a lo largo de años. Que no se extrañe nadie, por tanto, si los iraníes vuelven a la mesa de negociación de nuevo.

Habría que ver si lo de Rice es pura incompetencia, dejadez o fatiga. Pero si de verdad cree que este acuerdo –que McCain ya ha criticado– es positivo para América y el resto del mundo, va a ser verdad que la administración Bush es un peligro, pero por las razones opuestas a quienes suelen criticarla. Por blandengue y pusilánime, no por agresiva o intervencionista.

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