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Carlos Rodríguez Braun

La crisis y la derecha socialista

Don José Manuel no puede creer seriamente que la expansión de la burbuja crediticia, inflada por bancos centrales públicos y monopólicos, ampliamente regulados e intervenidos por la política y la legislación, fue producida por "el capitalismo sin reglas".

José Manuel García-Margallo, eurodiputado del PP y vicepresidente del Parlamento Europeo, declaró a La Razón a propósito de la crisis: "El capitalismo sin reglas ha muerto". Esto es exactamente lo que dicen los socialistas. ¿Qué sentido tiene que la derecha replique la argumentación de sus adversarios? Tiene todo el sentido del mundo porque en realidad no son sus adversarios más que en la lucha por el poder. En cambio, en lo que atañe a la libertad comprobamos una vez más la sabiduría de Hayek cuando habló de los socialistas de todos los partidos.

Una explicación del disparate de García-Margallo es que no piensa lo que dice, pero me apresuro a descartarla por falsa e insultante. Pero si piensa en lo que está diciendo entonces tenemos un problema, que es explicar unas palabras que carecen de cualquier asidero razonable en el mundo real. El capitalismo sin reglas no ha existido nunca ni puede existir; pero aunque no fuera así, lo que es absurdo es sostener que el capitalismo sin reglas es lo que hemos vivido en los últimos tiempos y lo que nos ha llevado a la crisis. Por el contrario, cada vez ha habido más regulaciones y más intervenciones en todos los campos, singularmente en la moneda y las finanzas, controladas por los Estados de una manera espectacularmente visible. Don José Manuel no puede creer seriamente que la expansión de la burbuja crediticia, inflada por bancos centrales públicos y monopólicos, ampliamente regulados e intervenidos por la política y la legislación, fue producida por "el capitalismo sin reglas".

Pero entonces ¿por qué suelta una tontería tan mayúscula? Y lo que es peor: ¿por qué secunda a los mayores enemigos de la libertad, dándoles justo lo que necesitan: razones para continuar recortándola? Porque no se trata de una tontería cualquiera sino de una letal, tan extendida en la derecha como en la izquierda, y cuya inquietante explicación puede pasar por el predominio de la imposibilidad conceptual de la libertad, que hace que contemplemos cualquier mal y casi instintivamente concluyamos que ha sido producido porque somos excesivamente libres.

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