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Amando de Miguel

El alma de las palabras

La última incivilidad es lo que ahora se llama "memoria histórica", un eufemismo para designar el resentimiento y la venganza. Tampoco es que esté ausente la posibilidad de recibir alguna subvencionilla del Gobierno. Los duelos con pan...

Va quedando claro que esa magnífica construcción que es una lengua es algo más que una larga ristra de palabras. Por lo mismo que un edificio es algo más que los elementos con los que se construye y se mantiene. Ni siquiera un diccionario equivale al idioma correspondiente. Las palabras se ordenan alfabéticamente para que puedan ser encontradas de la forma más expedita, pero esas voces se agrupan regularmente por materias. Detrás de cada una de ella hay un origen, una explicación, una historia. Es de gran interés saber cómo se dice una palabra en otras lenguas o en las diferentes zonas de un mismo mapa lingüístico. Es también muy útil que se clasifiquen las palabras por campos semánticos. Quizá sea esa la mejor forma de aprender una segunda lengua y de perfeccionar la primera. En definitiva, aprender un idioma y gozar de las palabras es algo más que saber lo que quieren decir. Hay que entrar en el alma de las palabras.

Nina Maguid me comunica que la voz "garúa" (= llovizna, sirimiri, orballo) no es sólo peruana, pues se utiliza también en Argentina. Incluso se recurre al verbo garuar (= lloviznar) y al equivalente de chispear. Doña Nina cita un tango muy bonito que termina así: "Garúa... tristeza... ¡hasta el cielo se ha puesto a llorar!". Resulta curiosa la asociación, tan general, de la lluvia fina con la sensación de melancolía.

Juan J. Carballal comenta la aportación de Manuel Gago sobre to delete (= borrar). Don Juan añade "dele" (= signo que indica la nota, palabra o letra que se debe suprimir en las pruebas de imprenta) [Es una especie de letra fi del griego, aunque más parece un garabato]. También está "indeleble" (= lo que no se puede borrar). Añado que quizá esté emparentado "deleznable" (= lo que se disgrega fácilmente). Ya vimos también "deletéreo" (= mortífero, venenoso).

Isidoro Sánchez Torres (Toledo) está de acuerdo con que la última guerra civil fue, efectivamente, una auténtica guerra civil. Con todo, jugando con las palabras, don Isidoro sostiene que la tal guerra fue realmente "incivil". Tiene razón. La última incivilidad es lo que ahora se llama "memoria histórica", un eufemismo para designar el resentimiento y la venganza. Tampoco es que esté ausente la posibilidad de recibir alguna subvencionilla del Gobierno. Los duelos con pan...

Miguel Ángel G. Q. comenta que "escuchar" no es solo prestar atención a lo que se oye; es seguir, adherirse a la causa del que habla". Está bien traída la distinción. Pero en ese caso no queda claro por qué "se oye misa" y "se escucha la radio". También se dice lo de "como quien oye llover" para indicar indiferencia. "Escuchar" es a "oír", como "mirar" es a "ver". Sin embargo, a mí me gusta mirar y escuchar la lluvia. Algo hay de placentero en el acto de escuchar, que no se muestra tanto en el de oír.

José R. Perdigón (Greenhills, San Juan del Monte, Filipinas) anota este titular del ABC digital: "Sharon Stone pierde el juicio por la custodia de sus hijos". No es, como pudiera parecer, que la famosa actriz se ha vuelto loca, sino que está muy contenta. Es un caso muy común de antífrasis. Por eso se puede decir "me vuelvo loco de contento" es como indicar que uno se siente enormemente satisfecho. Nuestro comunicante de Filipinas sabrá que también en el inglés coloquial se prodiga esa figura de la antífrasis. Por ejemplo bad (= malo), según el tono y en ciertos ambientes, puede significar "excelente, maravilloso". O también big deal significa algo importante o puede que quiera indicar lo contrario, algo que no tiene importancia.

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