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Juan Carlos Girauta

Desmontando un reportaje

Lo que sí toca el reportaje es la versión del entonces jefe de la prisión donde McCain pasó cinco años encerrado: "Nadie le puso una mano [encima] en la cárcel". La palabra del viejo carcelero comunista vale, por lo visto, más que la del preso.

¿Ha "desmontado" David Jiménez a John McCain en su reportaje para El Mundo, tal como prometía la portada del suplemento CRÓNICA? "Desmontando al héroe candidato" (y no digamos ya "Desmontando al prisionero McCain. CRÓNICA descubre que el candidato ha falsificado su heroica biografía", que es lo que anuncia la llamada de portada del diario) son titulares que sugieren más, bastante más de lo que uno encuentra en las páginas posteriores, cuyo título recordatorio es definitivo: Héroe de ficción.

Para cumplir con lo prometido no había más que demostrar la falsedad de ciertos hechos dados por ciertos por biógrafos y por el propio implicado: las palizas sufridas a manos de sus captores, la herida de bayoneta en el pie, la dislocación del hombro de un culatazo, la fractura (de nuevo) de un brazo y varias costillas... Pero aún cuando a uno le hagan todo eso, no necesariamente se convierte en héroe. Así que vamos a la cuestión crucial: ¿ha demostrado David Jiménez, tal como promete El Mundo ("McCain ha falsificado su heroica biografía"), que el prisionero rechazara (y eso sí sería heroico) la prematura liberación, el trato de favor en atención al cargo del padre, remitiéndose a un orden de puesta en libertad que le perjudicaba y que era el previsto en la ley militar? No. De hecho, el reportaje de investigación ni siquiera toca este punto.

Lo que sí toca el reportaje es la versión del entonces jefe de la prisión donde McCain pasó cinco años encerrado: "Nadie le puso una mano [encima] en la cárcel". La palabra del viejo carcelero comunista vale, por lo visto, más que la del preso. El resto de la denigración de McCain se basa en la ingratitud hacia el hombre que le salvó de morir ahogado (no respondió a la carta de la viuda cuando le comunicó el fallecimiento del marido, pasó de largo con su comitiva frente a su casa, etc.) y, sobre todo, en lo que el propio candidato republicano ha contado sobre sí mismo.

Se le tilda de "mediocre, borrachín y mujeriego" tras dura investigación de su biografía oficial, donde McCain declara que en su época de cadete "Conducía un Corvette, ligaba mucho y pasaba todo el tiempo en bares y fiestas de playa". ¿Cómo iba a convertirse en héroe semejante crápula, verdad? La frase final del reportaje –que sugiere fraude, mentira interesada, montaje– la escribió... también McCain, quien, como vamos viendo, ha facilitado enormemente el trabajo de su desmontador: "Gracias a mi experiencia como prisionero de guerra tenía, como dicen en política, una buena historia que vender". Sólo que dicha cita en modo alguno implica que la "buena historia" fuese falsa, aunque así lo vaya a interpretar el lector inadvertido.

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