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EDITORIAL

La moderación de Zapatero

En esa misma entrevista, el "moderado" Zapatero defendía el auto de Garzón que incluso la propia Fiscalía ha recurrido, proponía finiquitar el libre mercado internacional e incluso se alineaba con los "procesos democráticos" de Hugo Chávez y Evo Morales.

El problema de todo eje ideológico lineal (por ejemplo, "izquierda-derecha") es que tiende a caer en el reduccionismo y pierde los detalles de la discusión política. En ocasiones, puede no quedar otro remedio que aceptar tales simplificaciones, ya que facilitan la discusión y la comunicación, especialmente en el ámbito periodístico. Sin embargo, lo que nunca debe hacer un partido que acepte uno de estos ejes ideológicos lineales es permitir que su adversario se apropie de la referencia dentro del eje.

Cuando el PP decidió autocalificarse como centrista, alejándose de la oscura y rancia "derecha" que dibujaban los medios de comunicación (de la izquierda), perdió definitivamente esta batalla ideológica. Implícitamente reconocía que tenía que girar hacia la izquierda, esto es, acercarse al PSOE, de donde, cabe suponer, emanaban todo género de virtudes.

Desde entonces, el PSOE ha sido la referencia ideológica de este país. Por muy radicales que fueran las propuestas del actual partido gobernante, el PP no podía sino combatirlas con cierto complejo de extremismo. Al fin y al cabo, si el PSOE se desplaza a la izquierda, el PP queda, automáticamente, movido hacia la derecha: precisamente el punto del que propagandísticamente quería huir.

Zapatero es perfectamente consciente de esta estrategia. Buena parte de sus objetivos liberticidas pasan por que el PP, tarde o temprano, termine asumiendo sus planteamientos. Para ello, no hay mejor manera que azuzar de manera permanente el fantasma de la extrema derecha. Ayer domingo lo volvió a hacer; en una entrevista concedida al nuevo periódico gubernamental, el líder de los socialistas afirmó que "nunca he visto al PP moderado". Obviamente, si el patrón de moderación es el Gobierno de Zapatero, cualquier posición que asuma el PP, salvo la completa abnegación de todo planteamiento liberal, será considerado exaltado.

Lo paradójico es que, en esa misma entrevista, el "moderado" Zapatero defendía el auto de Garzón que la propia Fiscalía piensa recurrir, proponía finiquitar el libre mercado internacional e incluso se alineaba con los "procesos democráticos" de Hugo Chávez y Evo Morales. Ninguna de estas medidas, obviamente, puede ser calificada como de moderada, sino que más bien son pequeñas muestras del mismo socialismo revolucionario de siempre. Un socialismo que trata de reformar la naturaleza humana bajo la creencia de que el individuo es perfectible si se le somete a una correcta dirección política y a un adecuado adoctrinamiento educativo.

Frente a esta agenda escasamente moderada (pues pasa por destruir las instituciones políticas y económicas más compatibles con el ser humano), el PP ha permanecido callado. Su nueva táctica electoralista es no hacer mucho ruido, quedarse a la sombra del PSOE y, sobre todo, que nadie lo confunda con la antigualla del liberalismo. Rajoy ya fue claro en el Congreso de Valencia: los liberales del PP ya saben donde tienen la puerta. Si acaso, el nuevo PP trata de reconfigurarse en una especie de centro-izquierda obamita, siempre presto a los consensos y al entendimiento con el PSOE.

Pero precisamente la colaboración (por acción u omisión) con una agenda radical y extremista como la de ZP convierte al PP en cómplices del ataque a nuestras libertades y lo desplaza hacia posiciones poco moderadas. O el PP toma nota de sus errores estratégicos, pasados y presentes, o los liberales deberán hacerlo de una vez por todas.

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