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Amando de Miguel

Hablemos con propiedad (privada)

Los políticos (de modo más patente Zapatero) necesitan expresarse en un tono admonitorio, pedagógico, como si fueran maestros de escuela que tuvieran que dictar un texto a los alumnos.

Concha do Campo se fija en el pleonasmo corriente de "hacerse una mamografía de los senos". Está claro que "seno" es lo mismo que "mama" o "pecho" de una mujer, lo que popularmente se llama también como "teta". Así pues, bastaría con decir "mamografía". Por lo mismo, parece un exceso hablar de "trepanación del cráneo", cuando solo se puede trepanar el cráneo. En cambio, se oye muchas veces lo de la "ablación", suponiendo que solo se puede aplicar la ablación o extirpación del clítoris.

Jaime Morella Zekri sostiene que el diminutivo usual de "tetas" es "tetitas" y más escasamente "teticas". Mi impresión es que se oyen ambos diminutivos; todo depende del territorio donde se hable y del cuerpo al que se apliquen. "Teticas" se pone más ternura del observador que tamaño de los senos. Don Jaime insiste en que no decimos "tiricas" sino "tiritas" para designar las utilísimas bandas asépticas. Pero "tiritas" es un genérico derivado de un nombre comercial, por cierto un utilísimo invento.

Susana Molledo registra un tic interesante del habla en el que yo no había caído. Se trata de sustituir el "les" (complemento indirecto) por el "le", singuralizándolo, si se puede decir así. Dicen los políticos continuamente cosas como "hay que decirle a los españoles", "no podemos pedirle a los sindicatos", etc. Mi opinión es que en ese tipo de frases sobra tanto el "le" como el "les" porque el complemento indirecto está explícito ("a los españoles", "a los sindicatos"). Espero que algún gramático me ilumine, pero, en esos casos, el "le" o el "les" sirve sólo como refuerzo. Aun así, tiene razón doña Susana en que, si el complemento directo va en plural, cabe mejor un "les" que un "le".

Jordi Tremosa arguye que no es correcta mi afirmación de que el "es posible de que mañana llueva" puede obedecer en algunos casos a una mala traducción del catalán. Don Jordi asegura que no es así, que en catalán son incorrectas frases como "estic segur de que..." o "penso de que...". No lo dudo, pero mi oído me dice que algunos catalanes suelen ser dequeístas en castellano, pero al igual que algunos madrileños o que muchos iberoamericanos. No pasa nada, los catalanes, el resto de los españoles y los hispanohablantes estamos separados por el mismo idioma.

Una libertaria asturiana (me pide que su nombre quede en el secreto) me corrige el "orbayo" (= llovizna) que yo estampaba aquí. Su dictamen es que debe decirse "orvallo". Aduce la autoridad del DRAE donde se acoge exclusivamente esa forma. Cierto es. Pero en el DEA (Diccionario de Seco y colaboradores), se admite tanto "orballo" como "orbayo". En el influyente Diccionario de Autoridades se recoge solo la forma "orbayo" (= lluvia menuda que cae de la niebla. Es voz usada en Galicia y Asturias). En el Diccionario del castellano tradicional de César Hernández Alonso figura "orbayo" (= rocío). El Diccionario general etimológico de Roque Barcia estampa las dos formas: "orballo" y "orbayo", la segunda como principal. Ahí se dice que procede del verbo latino orbare (= deshacer). Me parece una etimología dudosa.

Miguel A. Martínez comenta el fenómeno de la "esdrujulización" que acompaña al lenguaje de los políticos, incluso en la variante de juntar dos palabras y cargar el acento sobre el artículo. Así, "la líbertad" o "él paro". No sé si esa tacha puede ser vista como "esdrujulización", pero la etiqueta es lo de menos, lo esencial es explicar por qué se produce. Mi impresión es que los políticos (de modo más patente Zapatero) necesitan expresarse en un tono admonitorio, pedagógico, como si fueran maestros de escuela que tuvieran que dictar un texto a los alumnos. Por eso hablan despacio, silabeando las palabras que creen más destacadas y colocando el acento en la primera sílaba y en las voces átonas. No lo hacen sistemáticamente con todas las palabras sino solo con algunas. Esa selección aleatoria hace todavía más pedagógico el discurso. No se olvide que muchos políticos de la izquierda han sido profesores y como profesor que soy, reconozco que esa propensión "esdrujulante" la muestro yo también en ocasiones, aunque procuro no exagerar.

Luis Lebredo (Redlands, California, USA) recoge la opinión de Manuel Seco, quien hace medio siglo dijo que se impondría el yeísmo (pronunciar la <ll> como si fuera una <y>). Ya entonces esa forma de pronunciar era eminentemente urbana y caracterizaba a las clases educadas, lo que hacía suponer que iría a más. Se pregunta don Luis si esa predicción se iba a cumplir. Entiendo que, efectivamente, así ha sido, Personalmente, yo siempre he pronunciado la <ll> como Dios manda, pero me pega que así manifiesto mi origen rural.

Henny Boom Cremer tiene la duda de si las siglas "etc" (= et cétera, las demás cosas, otras cosas) debe decirse en el habla "etecé" (como suele decir un periodista de la radio) o "etcétera". Está claro que lo de decir "etecé" es solo una gracieta, un trabucazo, que decimos aquí, dicha con propósito festivo.

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