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Ignacio Villa

El nefasto ejemplo político

El uso indebido del dinero público siempre está mal; pero hacerlo además en tiempos de crisis tiene una doble perspectiva de críticas: se gastan el dinero de todos y además los ciudadanos se sienten engañados e insultados por sus gobernantes.

La crisis financiera ha dejado al descubierto en España una cuestión que, aunque era conocida, estaba pasando desapercibida: la escasa dignidad de una gran parte de la clase política española. La obsesión por el lujo, las ansias de gastar el dinero ajeno y la búsqueda desesperada de la riqueza extrema son costumbres muy arraigadas entre nuestros políticos y que ahora con la crisis están quedando absolutamente desenmascaradas. Con todo, es verdad que estas fijaciones de nuevo rico van por barrios y hay uno de ellos que llama la atención por encima de los demás: el Partido Socialista y todo su entorno nacionalista.

Los ejemplos tienen nombres y apellidos. En Galicia, Perez Touriño y Quintana; en Cataluña, Benach; en Andalucía, Chaves; en el Gobierno, Mesquida y en La Moncloa, Zapatero. Son sólo algunos ejemplos de los abusos que se han conocido estos últimos días. En todos hay lujo, opulencia, mentalidad de nuevo rico y utilización impresentable del dinero público. Escritorios, neveras, despachos, servicio y coches blindados. Despliegue inequívoco y similar al del felipismo más atroz, convulso y corrupto que durante muchos años fue el escaparate más lastimoso del PSOE. Ahora, tras haber recuperado el poder en el Gobierno central y en los Gobiernos autonómicos y locales, ese desenfreno por la riqueza ajena ha vuelto a aparecer con una fuerza impresionante. Pero en esta ocasión con un claro agravante: la crisis económica.

La tormenta financiera ha provocado que estas miserias de la clase política contrasten con mayor virulencia. El uso indebido del dinero público siempre está mal; pero hacerlo además en tiempos de crisis tiene una doble perspectiva de críticas: se gastan el dinero de todos y además los ciudadanos se sienten engañados e insultados por sus gobernantes.

La clase política en muchas ocasiones ha tendido a la apropiación indebida de lo que no es suyo. Pero es que ahora además lo hacen cuando los españoles sufren el azote del paro, la bofetada de los precios, el derrumbe de la bolsa y el agobio de las hipotecas. En situaciones como la actual, los gobernantes deberían dar ejemplo de austeridad y de buen Gobierno. Pero nada de eso se está viendo; es más, no parece que vayan a cambiar.

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