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Emilio J. González

La recesión llama a su puerta

La recesión llama a la puerta y el Gobierno sigue sin hacer nada. ¿Qué más necesita que ocurra para empezar a actuar como debe?

¿Qué va a hacer el Gobierno para combatir la recesión y sus consecuencias en forma de cierre de empresas e incremento del paro? El Ejecutivo ha venido negando desde hace un año la crisis, pero como la realidad es tozuda, al final acaba por imponerse. Las cifras sobre el crecimiento económico del tercer trimestre no dejan lugar a dudas: el PIB cayó el 0,2% respecto al segundo trimestre, un dato malo de por sí y peor de lo esperado por los analistas. La recesión ya está llamando a las puertas de nuestro país y lo malo es que esto no ha hecho más que empezar porque las perspectivas para los próximos meses son que la situación continúe agravándose y no toque suelo hasta mediados de 2010. Eso es lo que dicen la mayor parte de los expertos, pero no un Gobierno que sigue empeñado en que el suelo llegará el próximo verano y a partir de ahí se recuperará la normalidad. Este análisis equivocado de la realidad que hacen Zapatero y su entorno monclovita desemboca en que aquí no se están tomando medidas y así nos va a lucir el pelo.

Zapatero sigue con su idea de que la economía importa poco, que no hay que hacer nada para resolver los problemas porque éstos ya se arreglarán por sí solos. De esta forma, y a pesar de que hace más de un año son muchos los que han venido advirtiendo al Ejecutivo de lo que iba a pasar, el Gobierno sigue paralizado y la política económica brilla por su ausencia. Aquí lo único que hay son medidas improvisadas para afrontar la crisis financiera, algunas probablemente innecesarias y todas ellas copia de lo que se está haciendo fuera. Que Gordon Brown aprueba un paquete para tomar participaciones en los bancos británicos en crisis, pues aquí nos falta tiempo para hacer lo mismo sin pararse a pensar si eso es lo que se necesita o no. Porque, hasta ahora, quienes están en serias dificultades son, más bien, algunas cajas de ahorros, no bancos privados, y en el capital de una caja de ahorros no se pueden tomar participaciones. Que Bush decide estudiar medidas para ayudar a los estadounidenses a pagar las hipotecas, pues Zapatero no va a ser menos y ya está barajando hacer lo mismo, con la posibilidad de congelar durante dos años el pago de la letra del piso a los parados, sin percatarse que el problema que tienen en Estados Unidos las clases más desfavorecidas es que Clinton impuso a la banca la concesión de hipotecas subprime o de alto riesgo, mientras que aquí muchos créditos hipotecarios llevan aparejado un seguro que cubre el pago de la letra en caso de que el titular se quede sin trabajo. Aquí todo es así. Que fuera alguien hace algo llamativo en su país; pues aquí se copia, sea o no necesario, y así se da la sensación de que el Gobierno, efectivamente, está realmente preocupado por la crisis y trabaja para combatir sus efectos.

La realidad, sin embargo, es muy distinta. El Gobierno lo único que está aprobando son medidas relacionadas con la crisis crediticia mientras que en los demás terrenos sigue empeñado en tirar para adelante con sus ideas. Así, en lugar de modificar radicalmente el irreal presupuesto que presentó a las Cortes hace un mes, el Ejecutivo sigue tramitándolo sin esos cambios sustanciales que deben adaptarlo al panorama tan negro que tenemos en estos momentos. En lugar de recortar los impuestos a las empresas, para ayudarlas a sobrevivir y mantener los puestos de trabajo, el dinero se gasta en medidas sociales que hoy no podemos permitirnos (como el cheque-baby) y se comprometen cantidades multimillonarias en medidas relacionadas con la crisis financiera que no se sabe con qué dinero se van a pagar.

En lugar de sentarse a negociar seriamente una nueva reforma laboral, como acaba de pedir el Banco de España, Zapatero y los suyos prefieren mirar hacia otra parte con la creencia de que la drástica escalada del paro se combate a golpe de BOE, restringiendo los expedientes de regulación de empleo y demás cambios en la normativa laboral que Corbacho estudia poner en marcha. En lugar de seguir liberalizando y de meter mano a sectores donde la competencia brilla claramente por su ausencia, como la comercialización de gasolinas, el Gobierno se da por satisfecho con la caída que está registrando la inflación como consecuencia, sobre todo, del famoso efecto escalón, porque, desde luego, esos precios de las gasolinas que suben tanto y tan rápidamente cuando se encarece el petróleo no bajan, ni mucho menos, de la misma forma. En lugar de tomar medidas para frenar el continuo deterioro del sector exterior, que está despertando en ámbitos internacionales el temor a que España pueda volverse insolvente, Zapatero trata por todos los medios de que le inviten a la Cumbre de Washington para dar ideas de cómo arreglar el mundo cuando tiene su casa, España, hecha unos verdaderos zorros.

La recesión llama a la puerta y el Gobierno sigue sin hacer nada. ¿Qué más necesita que ocurra para empezar a actuar como debe? Porque las facturas tan onerosas que ya está pasando esta crisis las están pagando los trabajadores que pierden su empleo, los empresarios que ven a su empresa ir a la quiebra y los ciudadanos que experimentan un más que serio deterioro en su calidad de vida. Ya que a Zapatero le gusta tanto invocar los argumentos sociales, ¿qué mejor política social en estos momentos que hacer todo lo posible para que la gente no pierda su trabajo, para que el parado encuentre pronto un nuevo empleo, para que la empresa pueda sobrevivir y contratar a más trabajadores? A ver si con un poco de suerte al Ejecutivo le empieza a entrar esta idea en la cabeza.

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