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Antonio Golmar

Regeneración o derrota

¿No es precisamente el olvido del legado de Reagan por lo que algunos centro-derechistas piensan que los republicanos se merecen su derrota? Ron Reagan ha denunciado el "secuestro" de su padre por los neocon.

Al final ganó Obama. Aunque sorprenda, en los Estados Unidos las encuestas no se equivocan. Otra cosa es que ciertos medios sólo informen de los sondeos que les agradan, como aquellos que hace cuatro años daban un empate entre Bush y Kerry cuando en realidad casi todos los estudios indicaban que el presidente sería reelegido, o los que ahora predecían un triunfo obamita por un 10% de diferencia.

La victoria de Obama se ha basado en su avance entre los menores de 45 años, los hispanos, los católicos (muchos de ellos son hispanos) y los que se definen como políticamente moderados, sobre todo en el Sur y en el interior del país, un hecho que apunta a la reedición de la coalición que llevó al poder a Clinton en 1992. La diferencia es que ahora es mayor y más entusiasta y por lo tanto difícil de batir por un partido republicano lastrado por unas contradicciones insostenibles. El mito de las dos Américas, una falacia traducida en estrategia electoral por los republicanos para animar un estúpido voto identitario en varios estados, ha quedado desmentido por el éxito de Obama en muchos distritos suburbanos de lugares como Ohio, Indiana, Virginia y Carolina del Norte, donde ha ganado, y otros como Georgia y Texas, en los que los demócratas han logrado unos resultados prometedores.

No se ha consumado el romance entre los hispanos y los católicos y el Partido Republicano, la principal baza sobre la que la derecha americana contaba para conseguir una mayoría duradera. Por otra parte, la disminución del apoyo a los republicanos por parte de los evangélicos y born again Christians blancos demuestra que la táctica consistente en primar las preocupaciones de ese segmento de la población no es todo lo rentable que parecía. El factor Palin ha tenido un efecto nulo.

Además, el decreciente atractivo de la agendas política conservadoras, reflejado en los votos contrarios a la ilegalización del aborto y en la escasísima ventaja conseguida por los contrarios al matrimonio gay en California (menos del 4%) demuestra que más que perseguir este tipo de medidas, la derecha debería centrarse en causas más fácilmente defendibles desde el punto de vista de la igualdad legal, el fin de los privilegios y la libertad, tales como la abolición de la discriminación afirmativa y las rebajas fiscales.

En estos momentos no más de 15 estados se pueden considerar territorio seguro para los republicanos. El Partido Demócrata se empleará a fondo en las regiones donde ha crecido más a fin de asestar un golpe de gracia al GOP en las legislativas de 2010. La mayoría de las ganancias demócratas en el Congreso se han producido en estados que en 2004 votaron por Bush y que ahora se han inclinado por Obama, un probable efecto arrastre que podría extenderse con un presidente carismático y que estará haciendo temblar a algunos de los senadores republicanos que dentro de un par de años se presentan a la reelección en esos estados.

En cuanto a las diversas interpretaciones ideológicas de las elecciones, por lo general resultan bastante chocantes. Entre los detractores de Obama, abundan quienes ven su victoria en clave apocalíptica. Es el fin de la civilización occidental, del capitalismo o de la libertad: Obama convertirá los Estados Unidos en una nueva Suecia (¿introducirá el cheque escolar?) y cosas así. Otros advierten a los progres que el negro no es ningún revolucionario y que habrá continuidad. Supongo que tal vez sea por eso que algunos conservadores y liberales norteamericanos han optado por votarle. No parece que la "rebelión" en la opinión publicada liberal-conservadora se haya limitado a las tertulias de café de una docena de intelectuales desengañados que sólo se representan a ellos mismos. Haría mal el GOP en no tomarla en cuenta; seguro que los demócratas ya lo han hecho.

Por lo que respecta a algunos argumentos a favor del demócrata, no son mucho mejores. Hay que votarle porque es negro, atractivo y tiene carisma. Debe ganar porque representa el fin de los ideales de Reagan. Pero, ¿no es precisamente el olvido del legado de Reagan por lo que algunos centro-derechistas piensan que los republicanos se merecen su derrota? Ron Reagan ha denunciado el "secuestro" de su padre por los neocon; su hermano Michael sorprendió la semana pasada con unas duras manifestaciones contra las triviales, injustas y contraproducentes críticas conservadoras a Obama.

La hipótesis que me parece más convincente es la de Michele Steele, un político republicano encargado de la formación de los candidatos de su partido al Congreso, quien teme que el GOP no recupere el poder hasta el año 2020 debido a su miopía, radicalismo y traición al ideal del Gobierno limitado:

"Es un anatema hacer crecer el Estado un 40%, como hemos hecho, y aumentar el déficit en 10 billones, como hemos hecho. No me extraña que la gente nos mire con gesto torcido cuando hablamos de impuestos bajos y de un Estado pequeño".

Steele pide a sus compañeros que admitan que su derrota se debe a ellos mismos y propone como ejemplo a seguir a David Cameron, el líder conservador británico, quien ha conseguido abrirse a la sociedad, escuchar y "entender lo que se necesita" sin ceder ante el socialismo (la semana pasada anunció su oposición frontal al intervencionismo del laborista Gordon Brown). Por su parte, Rudy Guliani aseguraba la noche electoral en CNN que la base del Partido Republicano es y debe ser "el Gobierno limitado".

Karl Rove aludía en Fox News a los casos de corrupción en el seno de su partido (olvidó mencionar que algunos de ellos han sido protagonizado por sus mejores amigos) y a la irresponsabilidad fiscal del Congreso, aunque evitaba decir que el Legislativo contó con mayoría republicana durante buena parte de la presidencia de Bush, quien no se tomó la molestia de vetar ninguna ley durante sus primeros cuatro años en la Casa Blanca.

Tras el triunfo de Obama, la pregunta para la derecha americana es: ¿harán caso a Steele y a Guliani o se echarán en brazos de Sarah Palin y de su Estado papá, o del amnésico Rove? La maniobra que la candidata probablemente prepara para aterrizar en el Senado, resultado de su pacto con Ted Stevens, reelegido senador por Alaska pese a sus condenas por siete delitos, es digna del mejor estilo clintonita. La auto-designación de Palin como senadora tras la probable dimisión del político corrupto hará que más de uno despierte de su sueño y se dé cuenta de que no es oro todo lo que reluce y que casi nada en política es espontáneo.

¿Libertad o populismo, responsabilidad o demagogia? Cuando dejó el Partido Demócrata, Reagan dijo que no era él quien había abandonado el partido, sino que el partido le había abandonado a él. Obama el Santo parece estar que dispuesto a adoptar a todos los nuevos huérfanos.

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