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INFLUENCIA DEL LIBERALISMO
Bush en el homenaje a Friedman
Bush sigue dando sobradas muestras de que entiende perfectamente el liberalismo. Apunta que la libertad económica conduce a la libertad política y que allí donde reina la libertad, la prosperidad es un hecho y cada ciudadano elige libremente cómo debe ser su vida. Gorka Etxebarria

El pasado día 9, se celebró el 25 aniversario de la Fundación Cato Institute de Washington, sin duda, uno de los think-tanks liberales con más influencia política del mundo. Gracias a sus estudios y su programa de reformas para el Congreso así como las intervenciones de algunos de sus especialistas, se está cambiando la forma de operar en Washington.

Quizá lo más destacado del evento fuera el homenaje a Milton Friedman. Este economista ha hecho por la libertad mucho más de lo que se piensa. Destacó que las políticas pro-gasto de corte keynesiano no se sostenían porque la gente consumía de acuerdo con su previsión de lo que iba a ser su corriente real de ingresos (renta permanente) y no con arreglo a posibles y casuales variaciones de ingresos. Así, de nada servía influir en el consumo para reactivar la economía. Después defendió un tipo fijo impositivo, luego el fin de la prohibición de las drogas, el libre comercio y, como no, la privatización total del sistema de pensiones. En libros como Libertad de elegir o La tiranía del statu quo presentó el liberalismo como el sistema de la libertad y del progreso con ejemplos claros y con garra. Por ejemplo, a él se debe su famosa expresión, "el pie invisible del Estado" para contrarrestar los infundios vertidos contra el mercado.

Pero que de todo esto se empape un presidente de los Estados Unidos y celebre en la Casa Blanca un homenaje a Friedman ya merece un comentario. De acuerdo con George Bush, Friedman nos ha enseñado que cuando el gobierno trata de sustituir el juicio individual por el suyo propio, el desastre es inevitable. Y añade que la mano invisible del mercado mejora la vida de la gente mientras que el pie invisible del Estado destruye los sueños de los individuos y sus esperanzas. Asimismo, resaltó que es mejor el mercado libre, aun con sus imperfecciones, que las intervenciones de los burócratas. Destacó también un punto con el que no cabe estar de acuerdo: la visión moral de Friedman. Bush parece creer que Friedman no es utilitarista y que no defiende el libre mercado por sus beneficiosas consecuencias únicamente, sino que además considera que el Nobel de Economía defiende la conexión entre la libertad y dignidad.

No obstante, Bush sigue dando sobradas muestras de que entiende perfectamente el liberalismo. Apunta que la libertad económica conduce a la libertad política y que allí donde reina la libertad, la prosperidad es un hecho y cada ciudadano elige libremente cómo debe ser su vida.

Gracias a Friedman, destaca Bush, en Chile se contuvo la inflación, se privatizó el sistema de pensiones (no lo cita de hecho, quizá se le haya olvidado este importante evento) y en Rusia recientemente se acaba de introducir un tipo impositivo fijo del 13%.

Quizá la parte más libertaria de la conferencia llegó cuando Bush subrayó una gran aportación de Friedman, su defensa del ejército profesional. Cuando se adoptó en USA, se liberó de una pesada carga a muchos individuos y mejoró la calidad del ejército, al contar con personas que realmente querían ser militares. En definitiva, el ejército mejoró porque no disponía de esclavos obligados a servir a la patria sino de individuos que voluntariamente decidían que su carrera iba a ser esa y no otra.

Es hora de releer a Friedman, o empezar a leerle (salvo sus aportaciones en teoría monetaria que son un tanto discutibles) y alabar a Bush siempre que aplique criterios friedmanitas y reduzca el Estado a cuya cabeza se encuentra. Por ejemplo, no permitiendo que los grupos de presión del acero le influyan para que practique el proteccionismo arancelario. Pero claro, nadie es perfecto.

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