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ENIGMAS DE LA HISTORIA
¿Cómo surgieron las Brigadas Internacionales?
En los últimos días un contingente de antiguos miembros de las Brigadas internacionales visitó Madrid y volvieron a repetirse en diferentes medios de comunicación los tópicos relativos a estas unidades.César Vidal

Junto a la afirmación de que eran "combatientes por la libertad", se ha repetido una vez más que su llegada al escenario de la guerra civil española se debió a un movimiento espontáneo originado en el deseo de defender la democracia republicana. Sin embargo, ¿cómo surgieron en realidad las Brigadas internacionales?

A diferencia de lo acontecido entre las potencias fascistas cuando estalló la guerra civil española, la URSS no manifestó inicialmente un interés especial por los acontecimientos desencadenados en España. Durante ese mes, Jef Last, un escritor comunista de nacionalidad holandesa asistió a una reunión de la Komintern donde contempló "con mucha indignación una falta de interés completa en los asuntos de España". A pesar de que algunos autores de prestigio como Hugh Thomas, A. Castells y Ricardo de la Cierva sostienen que a finales de julio de 1936 la Komintern había tomado la decisión de intervenir militarmente en España mediante una brigada de origen internacional, lo cierto es que tal versión, sin ser imposible, plantea algunos problemas de veracidad que obligan a cuestionar su aceptación.

En primer lugar, se encuentra el hecho de que hasta la fecha no han llegado hasta nosotros documentos directos que puedan confirmar la veracidad del relato. Éste se sostiene en una afirmación procedente de una fuente ineludible marcadamente tendenciosa como es la Historia de la Cruzada cuya confirmación a Thomas deja cuando menos dudas en cuanto a su solidez. En segundo lugar, persiste el hecho de que durante meses después del estallido de la guerra la actitud de la Komintern, que se puede documentar con exactitud, fue abiertamente favorable a apoyar al Frente popular pero excluyendo siempre una intervención armada en la guerra civil. Así, la Conferencia europea para la Defensa de la República española, convocada por el Comité mundial contra la Guerra y el fascismo y celebrada en París el 13 de agosto de 1936, trató de movilizar a la opinión pública en favor del gobierno del Frente popular e incluso fundó una Comisión de coordinación e información en apoyo de la República española pero no planteó la cuestión del envío de voluntarios a combatir a España.

Todavía en el mes de agosto, el día 31, el directorio del Socorro Rojo, otra organización controlada por la Komintern, fundó en París el Comité internacional de Ayuda al pueblo español pero una vez más entre esa ayuda no se hizo mención al envío de voluntarios. El Comité de Actividades anti-americanas lograría señalar al concluir la segunda guerra mundial una quincena de organizaciones controladas por la Komintern que habían apoyado al Frente popular pero en ningún caso durante los meses de julio y agosto de 1936 implicó ese apoyo el reclutamiento de voluntarios. Esta actitud resulta sorprendente si aceptamos la veracidad de las tesis ya indicadas y más teniendo en cuenta que la Komintern no había descuidado en lo más mínimo el caso español. El 27 de agosto llegó a España el embajador soviético Marcel Rosenberg acompañado por un grupo de militares que debían asesorar al ejército republicano. Pero hasta el día 30 del mismo mes no se dio orden a Krivitsky, el jefe de la inteligencia soviética en Europa occidental, para que se ocupara de proporcionar armas a España. Era una decisión un tanto tardía si se tiene en cuenta que desde hacía más de un mes los alzados estaban recibiendo ayuda de Alemania e Italia pero, una vez más, no hacía referencia al envío de hombres para combatir. Se trataba, sin duda, de un silencio notable si las reuniones de julio de 1936 ya habían decidido la creación de las Brigadas internacionales (BI).

En tercer lugar, existen razones documentadas para llegar a la conclusión de que la decisión de crear las BI se tomó en septiembre de 1936 precisamente cuando Stalin consideró pertinente una intervención más directa en el conflicto español. Las razones para esa escalada cualitativa llevada a cabo por el dictador soviético fueron varias. La primera fue el hecho de que los observadores de la Komintern en España no tardaron en llegar a la conclusión de que sin una ayuda militar directa, que superara el envío de armas y de asesores, la República no podría sobrevivir al empuje de los alzados. De hecho, desde julio de 1936, los republicanos no habían dejado de retroceder ante las fuerzas rebeldes y en septiembre no sólo habían caído en sus manos Irún y San Sebastián sino que resultaba obvio que avanzaban hacia Madrid con la intención de concluir la guerra cuanto antes. Que el 22 de septiembre Maurice Thorez, el dirigente máximo del PC francés, viajara a Moscú con la intención de recomendar no sólo envíos de material militar a la República sino también la formación de una unidad militar de combatientes voluntarios que estuviera dirigida por la Komintern no resulta extraño. Sí lo es la existencia de tal sugerencia si semejante medida había sido tomada en julio de 1936 por la misma Komintern.

La segunda razón se halla en el hecho de que Stalin, que no tenía ningún reparo en utilizar la guerra civil española para movilizar a la opinión pública mundial en la lucha contra las potencias fascistas, sin embargo, tardó bastante en decidirse en favor de una intervención militar en España. Si lo hizo se debió en parte al temor a una expansión de los fascismos, pero, sobre todo, porque, según revela documentación recientemente exhumada en Rusia y que utilizó el autor de estas líneas para uno de sus estudios históricos, llegó a la conclusión de que podría cobrarse la intervención soviética con las reservas de oro del Banco de España.

A partir de ese momento, Stalin pasó de proporcionar ayuda moral y moderadamente económica a enviar no sólo armas sino también combatientes internacionales. La decisión no partió así de un grupo de funcionarios comunistas sino, como bien sabía Thorez al viajar a Moscú para solicitarlo, de la decisión directa de Stalin. El momento en que aquella se tomó no fue en julio sino durante septiembre de 1936. Ese mismo mes se presentaron, bajo inspiración directa del PCF, los primeros voluntarios de las BI. Por lo tanto, el nacimiento de las BI se debió única y exclusivamente a la voluntad de Stalin, personaje histórico no caracterizado precisamente por su defensa de la libertad y de la democracia. Tampoco fueron demócratas la inmensa mayoría de los combatientes de las BI pero la composición de estas unidades y la manera en que fueron reclutadas serán temas que examinaremos en un artículo futuro.