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ENTREVISTA
La experiencia de un maestro cubano exiliado
Abel Rodríguez Sánchez era maestro en Cuba. Un mal día la Seguridad del Estado le instó a participar en un acto de repudio contra ciudadanos que huían de la Isla. Le ordenaron que llevara a sus alumnos a tirarles piedras, a insultarles y a humillarles. Se negó.Víctor Llano

‘Me negué a llevar a mis alumnos a un acto de repudio’

Perdió entonces, el trabajo, el país y el nombre. Lleva noches durmiendo en la calle. Es mucho lo que ha sufrido y seguramente mucho también será lo que le reste por sufrir. Sin embargo tiene un buen recuerdo. Un día le negó sus alumnos a Castro. Tenía que hacerlo. Era su maestro.

Pregunta: ¿Le gustaba dar clases?

Respuesta: Mucho. Nací y estudié en Santa Clara, y cuando pude trabajé de maestro en Ciego de Ávila. Daba clases a niños psíquicamente discapacitados. Hasta que en 1990 me expulsaron de la escuela en la que llevaba ya seis años.

P: ¿Por qué le expulsaron?

R: Me negué a llevar a mis alumnos a un acto de repudio. Teníamos que tirar piedras, insultar y humillar a personas cuyo único delito era querer irse de Cuba. No quise que mis alumnos participaran de toda esa basura. Me negué por principios, no se pueden enseñar esas canalladas a los niños.

P: Otros compañeros suyos, también maestros, sí llevaron a sus alumnos a asediar a los que huían.

R: Todos mis compañeros los llevaron. En Cuba los niños son del Estado. Desde muy chicos les manipulan la conciencia, les hacen participar en política y les utilizan sin escrúpulos. Si algún padre se niega cae en desgracia y hasta le pueden quitar a sus hijos.

P: Usted se negó.

R: Y así me fue. Me expulsaron del colegio por rebeldía social. Trabajé en lo que pude hasta poder salir del país. Esperaba los papeles para marcharme a Bulgaria. Por fin, después de mucho esfuerzo, conseguí salir de Cuba. Poco después me casé con una búlgara con la que tengo una hija.

P: ¿Dónde están su mujer y su niña?

R: En Bulgaria. Yo viajé a Cuba para ver a mi madre que está muy enferma. No pensaba quedarme, pero si hubiera querido no me hubieran dejado. Nada más aterrizar me advirtieron que cuando se cumpliera la visa me llevarían, si les era preciso, esposado al avión de regreso, que les daba igual que fuera ciudadano cubano. Cuba es el único país del mundo que expulsa a sus ciudadanos.

P: ¿Por qué no regresó a Bulgaria?

R: Cuando se cumplieron los 21 días del permiso que me autorizaba a estar en Cuba cogí un avión que tenía como destino final Bulgaria. Al hacer escala en París me quedé allí. En Bulgaria la vida es muy difícil. No conseguí un trabajo que me permitiera vivir. Mi mujer está enferma y mis suegros son jubilados que muy poco nos podían ayudar.

P: ¿Por qué vino a España?

R: Por el idioma. Mis abuelos paternos nacieron aquí. En París cogí un tren que me llevó a Barcelona. Al principio tuve mucha suerte. En la misma estación de trenes conocí a un cubano que me dejó estar en su casa de Tarragona 20 días. Pero no encontré trabajo. Un búlgaro me dijo que podía trabajar en un pueblo de la provincia de Zamora que se llama Moraleja de Sayago. Allí estuve trabajando para un empresario que tiene una finca y cría cerdos. Desde el 21 de Junio al 26 de Agosto trabajé en su finca, pero no me pagó ni una sola peseta.

P: Aquí también hay canallas.

R: Para hacerme con tres mil pesetas y poder llegar a Madrid tuve que trabajar dos días para otro señor. En la finca en la que no me pagaron quedaron tres búlgaros, otro hombre que era de un país de la antigua Unión Soviética, un rumano, y un español que sí recibía un pequeño salario.

P: ¿No piensa denunciar al empresario que le explotó?

R: No puedo, no tengo papeles.

P: ¿Dónde vive en Madrid?

R: Las primeras noches las pasé en la estación de autobuses de Méndez Álvaro, y las últimas en un banco en la Plaza de España. Hoy en el Centro Cubano me han pagado tres días de pensión, y me han dicho donde unas monjas quizás me den de comer.

P: ¿Qué espera?

R: Me han pasado tantas cosas que ya no espero nada. Sólo quiero estar preparado para lo que venga. Me acuerdo mucho de mi hija. Quizás alguien quiera darme trabajo. Yo soy trabajador.

P: ¿Se arrepiente ahora de no haberle dejado sus alumnos a Castro?

R: No. No podía hacer eso. Yo era su maestro.

Entrevista realizada por Víctor Llano para Libertad Digital