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La familia Kalaji y el 11-M: De los móviles a las traducciones, hasta la furgoneta de Alcalá

Si el lunes nos enteramos de los agujeros negros que rodean a la mochila número 13 de los atentados de Madrid, este martes el diario El Mundo revela nuevos aspectos sorprendentes de la investigación del 11-M. Los móviles de las mochilas bomba se liberaron en la tienda de un sirio agente de la policía nacional, Maussili Kalaji, que de Al Fatah llegó a ser escolta de Garzón. Las tarjetas de esos teléfonos llevaron hasta el piso de Leganés. La hermana de Kalaji tradujo las conversaciones de El Tunecino y su ex esposa fue una de las policías que primero llegó a la furgoneta de Alcalá.

Si el lunes nos enteramos de los agujeros negros que rodean a la mochila número 13 de los atentados de Madrid, este martes el diario El Mundo revela nuevos aspectos sorprendentes de la investigación del 11-M. Los móviles de las mochilas bomba se liberaron en la tienda de un sirio agente de la policía nacional, Maussili Kalaji, que de Al Fatah llegó a ser escolta de Garzón. Las tarjetas de esos teléfonos llevaron hasta el piso de Leganés. La hermana de Kalaji tradujo las conversaciones de El Tunecino y su ex esposa fue una de las policías que primero llegó a la furgoneta de Alcalá.
(LIbertad Digital) El sirio de 46 años, Maussili Kalaji, tiene un historial de lo más extenso. De joven perteneció a Al Fatah, que en aquella etapa era uno de los grupos terroristas más importantes de Oriente Medio. En los campamentos que Al Fatah tenía en aquella zona Kalaji fue instruido en el conocimiento de las armas y explosivos. En su paso por la antigua Unión Soviética, perfecciono su formación como agente secreto.
 
Según cuenta el periodista Antonio Rubio, la historia de Maussili Kalaji en nuestro país comienza en 1981 cuando nada más llegar a España consigue la condición de refugiado político. En 1984 logra la nacionalidad española "por los servicios prestados" a este país, se supone que facilitando información a los servicios secretos. Cinco años después entra en el cuerpo de la Policía Nacional dentro de la escala básica. A partir de entonces comienza una carrera meteórica en las Fuerzas de Seguridad.
 
De la escala básica asciende a la Comisaría General de Información y de ahí a la Unidad Central de Información Exterior (UCIE), unidad que llevaría las pesquisas de los atentados del 11-M. Luego pasaría por la Brigada de Policía Judicial y por la Unidad de Menores. Finalmente, Kalaji termina siendo escolta del magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón.
 
En 1989, según recuerda El Mundo, este sirioespañol participó en una importante operación contra el terrorismo islamista en el puerto de Valencia. Allí se descubrió un cargamento de explosivos camuflados en latas de conserva. El propio Baltasar Garzón elogió esta actuación en su comparecencia en la comisión del 11-M. Un año después, Kalaji recibió una felicitación pública del Ministerio del Interior. Al parecer fue un confidente –Mohamed Arabi– el que alertó al policía de la llegada del cargamento procedente del Líbano. Los ocho detenidos en la operación pertenecía a Hezbolá y cuatro de ellos eran iraquíes. Los explosivos iban a ser utilizados para atentar contra las embajadas en Europa de EEUU, Francia, Kuwait y Arabia Saudí.
 
El mismo confidente Mohamed Arabi participó en noviembre de 2001 en la conocida Operación Dátil, en la que se detuvieron a los imputados que en estos días están siendo juzgados por su participación en los atentados del 11-S en EEUU. El líder de esta célula es Abu Dahdah, con el que curiosamente mantenía una relación de amista el agente Kalaji. En la Operación Dátil resultó detenido el confidente Arabi. Gracias a la intercesión de Kalaji ante el juez Garzón el detenido quedó en libertad.
 
Llegamos al 11-M. En plena investigación de los atentados la noticia saltó a los medios. Lo publicó La Razón. Los móviles utilizados en las mochilas bomba fueron liberados en la tienda de un policía. Los teléfonos fueron comprados en una tienda regentada por ciudadanos indios y en el comercio de Kalaji se procedió a descubrir el código interno del aparato para que pudiera ser utilizado por otras operadoras telefónicas. Al descubrirse este hecho, el agente fue llevado por sus compañeros a Canillas para tomarle declaración. Según se informó entonces, tras comprobarse que su establecimiento sólo llevó a cabo una práctica no ilegal y habitual en numerosos comercios de este tipo, el hispano-sirio quedó en libertad.
Pero hay más contactos de la familia Kalaji con la investigación del 11-M. Lina, la hermana de Maussili, era la encargada de traducir las escuchas telefónicas que la Comisaría General de Información realizaba a las células islamistas instaladas en España. Lina, con 16 años de experiencia como traductora, alertó en numerosas ocasiones sobre el peligro de Sherhane Ben Fakhet, tristemente conocido como El Tunecino.
 
No acaban aquí las casualidades familiares. Resulta que uno de las primeros miembros de la policía que el 11-M tuvo acceso a la furgoneta de Alcalá fue la esposa de Kalaji, la agente Marisol. Si gracias a las tarjetas vendidas en la tienda del policía los GEO dieron con el piso de Leganés –donde posteriormente murieron en una explosión los terroristas islamistas–, gracias al descubrimiento de la furgoneta Kangoo se tuvo acceso a las cintas del Corán, que dio fortaleza a la pista islámica frente a la etarra.
 
Una vez saltaron por los aires en Leganés los terroristas islamistas, el agente Kalaji pidió la baja de la Brigada Judicial de Madrid. Ahora mismo está de baja por depresión, aunque desde el entorno de Kalaji hay quien afirma, según El Mundo , que el policía ha sido apartado por sus superiores porque se habría convertido en un testigo incómodo para algunos mandos de la Comisaría General de Información que dirige Telesforo Rubio . Las declaraciones que Kalaji, que habría sido vigilado por sus compañeros y por el CNI, hizo al juez Juan del Olmo aún siguen bajo secreto sumarial.

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