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Sacerdotes independentistas aprovechan la visita del Papa para acelerar el plan de Ibarretxe

Más de 500 sacerdotes independentistas vascos quieren hacer creer al Papa que el problema del País Vasco es el "terrorismo de Estado". Se autoproclaman representantes de la Iglesia en “Euskal Herria” y critican a la Conferencia Episcopal Española. Piden el acercamiento de presos etarras y denuncian torturas. Todo, en una carta. De paso, reclaman una Iglesia propia a la medida del plan de Ibarretxe.

(Libertad Digital) Las portadas del diario DEIA son un fiel reflejo de cómo quedaría el País Vasco independiente que maquina Ibarretxe: victorias aplastantes e históricas del Athelic de Bilbao femenino, la llegada del tranvía al Guggenheim, los discursos de Ibarretxe contestando a los ciudadanos (como Chávez en “Aló presidente”) y la posición de la Iglesia de “Euskal Herria” ante la llegada del Papa al “Estado español”.

Esta última referencia está destacada en forma de carta al Sumo Pontífice. Suscrita por 530 sacerdotes, ha sido remitida con copia a los obispos de Bayona, Bilbao, Pamplona/Tudela, San Sebastián y Vitoria. Con ello, avalan el expansionismo del nacionalismo vasco hasta Navarra y Francia como si fuera algo natural, como aparece en los libros de texto de las ikastolas. Pero la misiva recoge con fidelidad los planteamientos que hacen Batasuna, ETA e Ibarretxe.

El origen de todo, la represión

Dicen los curas independentistas al Papa: “Atendiendo a su deseo de escuchar y relacionarse con los Pueblos donde vive la Iglesia que Ud. Preside en la caridad, deseamos presentarle nuestras inquietudes vividas como sacerdotes en Euskal Herria”. Y creen que serán escuchados porque “como representante principal de una Iglesia que quiere estar cerca de los pobres y de cuantos sufren, confiamos en sui comprensión pastoral”. De los pobres y de cuantos sufren.

Destacan que “la raíz más profunda” de la situación en el País Vasco (ellos dicen de “Nuestro Pueblo”) “está en un conflicto producido por la falta de reconocimiento de nuestros derechos colectivos”. Y citan un discurso del Papa en la Jornada Mundial de la Paz en 1999 en la que hablaba de los derechos de las minorías nacionales y de los grupos étnicos. Sacado de contexto, es un argumento hábil, pero no dicen que las minorías étnicas a las que se refiere el Papa no disfrutan de una capacidad de autogobierno reconocido por una Constitución como es el caso de la Comunidad Autónoma vasca.

El terrorismo de Estado. Nada de ETA

No se le recuerda al Papa los cerca de mil muertos y otros tantos heridos que ha sembrado ETA desde que empezó a matar. Pero sí hacen hincapié en su defensa del nacionalismo independentista: “Nos dolió profundamente (...) que la última Instrucción Pastoral de la Conferencia Episcopal Española, con significativos votos en contra, calificara como nacionalismo totalitario que quiere imponerse con terrorismo e ideología absolutista, las reivindicaciones de una mayoría vasca que, sintiéndose un Pueblo, reclama sus derechos individuales y colectivos.”

Así que, con estas premisas, dicen al Papa que reprueban el terrorismo “...y de manera especial, el ejercido desde el poder y dirigido por los Estados”. En este punto llegan a la conclusión de que el origen del terrorismo está en la Guerra Civil “bendecida como Cruzada por la Iglesia”. Dicen lamentar que la cúpula episcopal española no condenara “el exacerbado nacionalismo español y la represión de la lengua y la cultura vascas, tan vigentes hoy en día”. Nada de ETA, pero sí de Egunkaria.

Lo más sorprendente es que tratan de enternecer la conciencia del Papa con alusiones a su Polonia natal que sufrió tanto para “ser libre y dueña de su destino”. Eso sí, hasta que se la libró del expansionismo nacionalista de los nazis, matiz éste que no recuerdan los curas independentistas vascos.

Iglesia vasca con sede en Pamplona

No pierden la oportunidad para hacer llegara al Papa una de las banderas de ETA, el acercamiento de los presos de la banda. Obvian, como es lógico, que estas reivindicaciones están firmadas con sangre tras el pulso que ETA libró con Aznar y que acabó con el asesinato a cámara lenta de Miguel Ángel Blanco. Las violaciones de los derechos humanos que los curas firmantes hacen llegar al Papa son: “... muertes, torturas, atentados, represiones, amenazas y recortes de las libertades democráticas, incluida la penosa situación de las presas y presos, alejados de su tierra”. De la penosa situación de los no nacionalistas que no pueden salir de casa sin escolta, tampoco se quiere dar noticia al Papa.

Los últimos párrafos de la misiva están dedicados a facilitar la parte eclesiástica del Plan de Ibarretxe: “Nos sentimos divididos eclesiásticamente. Pensamos que la unión pastoral de nuestras iglesias locales en una única Provincia Eclesiástica, con Iruñea/Pamplona como arzobispado (...) sería un importante signo eclesial de reconciliación y de servicio pastoral a este Pueblo”.

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