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Bush llama a fortalecer el vínculo transatlántico para luchar contra los "enemigos de la libertad"

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha visitado Polonia poco antes de dirigirse al balneario francés de Evián, donde se celebrará la cumbre del G-8. En Cracovia, Bush ha pronunciado un discurso en el que ha pedido fortalecer la alianza transatlántica, debilitada últimamente por Francia y Alemania, para luchar contra los “enemigos de la libertad”.

L D (EFE) El presidente estadounidense, George W. Bush, ha planteado los términos en que su país quiere continuar la alianza transatlántica con Europa, afirmando que los países europeos deben ser más activos y menos prudentes a la hora de usar la fuerza en la lucha contra el terrorismo y las armas de destrucción masiva. Bush comenzó su discurso dejando claro que EEUU "está comprometido con una Alianza Atlántica fuerte", y reconoció que en el reciente debate sobre el "uso de la fuerza" en Irak "para mantener la paz" forzó a cada país a tomar "una decisión difícil". En este contexto, recordó –con cierto tono acusatorio– que en las semanas que precedieron a la guerra "hubo debates, algunos saludables y otros divisivos", entre Washington y sus aliados, y lanzó un reproche a los países que se opusieron a la guerra, al señalar que "el mal no debe ser ignorado o apaciguado. Debe ser combatido, y de forma decisiva".

Bush retomó de nuevo el lenguaje previo a la guerra de Irak, al asegurar que la OTAN debe actuar contra "la mayor amenaza para la paz, la difusión de armas nucleares, químicas y biológicas", para lo que pidió un trabajo conjunto en el seno de la Alianza Atlántica. El presidente estadounidense también reiteró que los países libres afrontan "un nuevo enemigo: una amenaza letal de grupos terroristas, Estados forajidos que buscan armas de destrucción masiva y una ideología de poder que se ceba en los inocentes y justifica cualquier crimen". Por ello, dijo que "este es un momento para que todos nos unamos en la defensa de la libertad... no es el momento de provocar divisiones en el seno de esta gran alianza".

EEUU, frente a Francia y Alemania

El discurso de Bush marcó la voluntad de Bush de tratar de pasar la página a las divisiones que marcaron el camino a la guerra en Irak, aunque sin perdonar la oposición que Washington encontró en algunos aliados europeos, sobre todo Francia y Alemania. De hecho, la intervención fue presentada por la Casa Blanca como un discurso al pueblo polaco, pero Bush apenas hizo mención a Polonia en su discurso y, cuando lo hizo, fue para ponderar su posición frente a la de otros países. En concreto, Bush elogió la contribución de Polonia a la guerra en Irak, a la que aportó un pequeño contingente de tropas de elite, además de que se hará cargo de una zona militar en ese país árabe. La zona polaca comprende 106.000 kilómetros cuadrados, con más de tres millones de habitantes, incluye parte de las fronteras de Irak con Irán y Arabia Saudí, y su ciudad más importante es Karbala.

Polonia, que en diciembre anunció la compra de aviones militares estadounidenses, fue criticada por algunos dirigentes de Europa Occidental –especialmente el presidente francés, Jacques Chirac– por su claro alineamiento con EEUU justo cuando negociaba su entrada en la Unión Europea. Sobre este asunto, Bush defendió la actitud del Gobierno de Varsovia, al criticar que se pidiera al pueblo polaco que eligiera entre Europa y América. "Polonia es un buen ciudadano de Europa y un estrecho aliado de América, y no hay conflicto entre las dos", dijo. "Cuando Europa y América están unidas, ningún enemigo ni ningún problema nos puede separar", añadió. Con estas palabras, Bush dio un firme respaldo personal al presidente polaco, Aleksander Kwasniewski, ya que la participación polaca en la guerra de Irak fue rechazada por más del 60 por ciento de la población de este país, entre ellos el propio alcalde de Cracovia, que no fue invitado al acto en el que Bush pronunció su discurso, en el histórico palacio-castillo de Wawel, lugar de especial simbolismo en la historia polaca al haber sido sede de la corte de los reyes polacos entre los siglos XI y XVII.

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