L D (EFE) El bicampeón del serbio Svetislav Pesic ha aprendido de sus dos anteriores reveses en Vistalegre y, solucionado el problema del miedo escénico, ha zanjado la eliminatoria con la autoridad que distingue a los grandes equipos. Los barcelonistas sacaron a pasear esa jerarquía con la que esta temporada han respondido a todas las situaciones cruciales que se les han presentado por el camino en España y Europa. Entre eso y el descenso de rendimiento sufrido por el Estudiantes, muy por debajo del nivel ofrecido en los tres choques precedentes, terminaba el embrujo de Vistalegre y la resistencia colegial. Todo el acierto que los chicos del Ramiro tuvieron para apuntarse la victoria en el partido del martes pasado cambió de camiseta.
El Barcelona, con una preparación milimétrica del choque, ha eludido el desempate con esa efectividad y precisión de cirujano. Primero utilizaba a Roberto Dueñas para garantizar canastas de alto porcentaje dentro de la zona y frenar la previsible salida en tromba de los madrileños. Seis puntos del internacional en cinco minutos aplacaron la presión de la grada y, mucho más importante, nublaron las ideas del Estudiantes. Esa fase estableció un colchón de diez puntos (6-16) que dio paso al despliegue de fuerza realizado por los culés en Carabanchel. Las recuperaciones de balón que dos días antes subían a la estadística por cuenta de la defensa estudiantil caían ahora en el casillero visitante; los triples también azotaban el aro contrario y la superioridad mental tampoco brotaba de los azules.
El conjunto azulgrana apenas ha concedido un par de canastas fáciles en toda la tarde-noche. Los contragolpes que tanto daño le habían hecho en el 2-1 desaparecieron en el extraordinario balance defensivo inculcado por Pesic. Los quintetos del serbio recibieron todos los ataques locales en una perfecta disposición, sin grietas ni espacios para que el Estudiantes disfrutase de la velocidad que tanto le gusta. La contundencia y seriedad exhibidas por los chicos del Palau Blaugrana desembocaron a falta de un minuto para el descanso en un 20-39 imposible para los colegiales. Luego vinieron las series de triples del tercer cuarto y la explosión definitiva de un Barcelona que no pudo disimular las ganas de revancha acumuladas en el tercer partido.
La primera tanda la firmaron el serbio Dejan Bodiroga y Nacho Rodríguez nada más abrirse el cuarto. El Estudiantes venía de firmar sus dos peores anotaciones de la serie en un periodo con trece y catorce puntos y cuando el lituano Sarunas Jasikevicius y el italo-esloveno Gregor Fucka decidieron sumarse al bombardeo desde el arco la semifinal tocó a su fin (44-80 m.31). El sueño de alcanzar la final se había terminado para el Estudiantes, eliminado por sexta vez en seis semifinales ante el Barça, de nuevo la bestia negra del equipo que más veces ha llamado a la puerta de la lucha por el título sin conseguirlo.
El Barcelona, con una preparación milimétrica del choque, ha eludido el desempate con esa efectividad y precisión de cirujano. Primero utilizaba a Roberto Dueñas para garantizar canastas de alto porcentaje dentro de la zona y frenar la previsible salida en tromba de los madrileños. Seis puntos del internacional en cinco minutos aplacaron la presión de la grada y, mucho más importante, nublaron las ideas del Estudiantes. Esa fase estableció un colchón de diez puntos (6-16) que dio paso al despliegue de fuerza realizado por los culés en Carabanchel. Las recuperaciones de balón que dos días antes subían a la estadística por cuenta de la defensa estudiantil caían ahora en el casillero visitante; los triples también azotaban el aro contrario y la superioridad mental tampoco brotaba de los azules.
El conjunto azulgrana apenas ha concedido un par de canastas fáciles en toda la tarde-noche. Los contragolpes que tanto daño le habían hecho en el 2-1 desaparecieron en el extraordinario balance defensivo inculcado por Pesic. Los quintetos del serbio recibieron todos los ataques locales en una perfecta disposición, sin grietas ni espacios para que el Estudiantes disfrutase de la velocidad que tanto le gusta. La contundencia y seriedad exhibidas por los chicos del Palau Blaugrana desembocaron a falta de un minuto para el descanso en un 20-39 imposible para los colegiales. Luego vinieron las series de triples del tercer cuarto y la explosión definitiva de un Barcelona que no pudo disimular las ganas de revancha acumuladas en el tercer partido.
La primera tanda la firmaron el serbio Dejan Bodiroga y Nacho Rodríguez nada más abrirse el cuarto. El Estudiantes venía de firmar sus dos peores anotaciones de la serie en un periodo con trece y catorce puntos y cuando el lituano Sarunas Jasikevicius y el italo-esloveno Gregor Fucka decidieron sumarse al bombardeo desde el arco la semifinal tocó a su fin (44-80 m.31). El sueño de alcanzar la final se había terminado para el Estudiantes, eliminado por sexta vez en seis semifinales ante el Barça, de nuevo la bestia negra del equipo que más veces ha llamado a la puerta de la lucha por el título sin conseguirlo.