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ANÁLISIS: El frente nacionalista del PSOE, punto débil del Pacto Antiterrorista

El eje Maragall-Elorza-López viene actuando por el acercamiento al PNV desde hace tiempo. Patxi López, recién llegado, aún no ha dado demasiados pasos pero su ascenso al puesto que ocupaba Redondo Terreros fue el símbolo de lo que ahora ocurre el PSOE. Los otros dos vértices –Maragall y Elorza– son, desde el principio, detractores confesos del Pacto Antiterrorista y partidarios de la ruptura con el Estado.

(Libertad Digital) Sobre Elorza, ya ha quedado claro que su apuesta es “vasquista”. Sigue la doctrina marcada por Jesús Eguiguren, actual presidente del PSE tras la operación contra Redondo y autor del texto que propiciaba un referéndum como salida. En cuanto al líder del PSC, tiene costumbre de hablar del País Vasco como campo de operaciones de su particular idea federalista cada vez más parecida a los planes de Ibarretxe. Las alusiones son muchas:

• En agosto de 2001, la revista Época desvelaba cómo Gemma Zabaleta se había comprometido con Maragall para elaborar un documento sobre el federalismo que sería debatido en el seno del socialismo vasco. Todo partía de las fabulaciones sobre la Antigua Corona de Aragón (en ello están también Antich, Iglesias y Plá) y la conocida buena sintonía entre Maragall y Pérez Touriño, amigo de los puentes hacia el BNG. Con los socialistas vascos también de su lado, este sector presentaría una alternativa a la “visión unitaria de España” basada en la fuerza de los nacionalismos. Pero en el PSE había pocas figuras dispuestas a capitanear ese giro, entre ellos, Redondo Terreros. Ahora, con Patxi López y Gemma Zabaleta, la operación vuelve a cobrar importancia.

• El 12 de febrero de 2002, Maragall atacó el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo , firmado en diciembre de 2001 por PP y PSOE, en “el estilo y en la forma”. Criticaba la exclusión del PNV y volvía a coincidir con Odón Elorza, el principal detractor. Por aquellas fechas, los líderes nacionales del PP y el PSOE tuvieron que emplearse a fondo para demostrar que el Pacto no peligraba pese a las brechas abiertas, por cierto siempre desde la parte socialista.

• El 5 de marzo de 2002, le tocaba a la Ley de Partidos . Para el líder del PSC, son “los partidos vascos” los que han de decidir sobre la ilegalización, restándole peso al Parlamento y al Gobierno en la decisión. Ferraz, al menos oficialmente, opinaba lo contrario. Patxi López, es habitual, se quedaba a medio camino entre la crítica al PNV y al PP. No hubo rectificación explícita a estas observaciones.

• El 11 de julio de 2002, Maragall fue más directo. En su estilo habitual de elogiar para luego atacar, reconoció ante el propio Zapatero que la política del PSOE en el País Vasco no era acertada: “complica la situación”, dijo. Argumentaba que desde la oposición no se puede luchar contra las iniciativas de confrontación del PP (en el poder) hacia el PNV. La apuesta era el diálogo abierto con Ibarretxe pero desde un Gobierno socialista dirigido por Zapatero. Con el PSOE en La Moncloa y Maragall en Cataluña parece que muchos nacionalistas se sentirían muy cómodos.

• A primeros de septiembre de 2002, Maragall se atrevió a exigir a Aznar un gesto hacia Ibarretxe que “ha demostrado su lealtad institucional”. Otra vez, con el PSOE de Zapatero en el poder, las cosas serían distintas según el socialista catalán. Invitación, reto o amenaza, la presión de Maragall y los adeptos a su federalismo sigue infectando la amplia brecha de Ferraz sin que Zapatero acuda a cicatrizarla.

Maragall, uno de los valedores de Zapatero

Es quizá la mejor de las claves. Maragall fue una de las personas que votó a Zapatero como secretario general, en el 35 Congreso y después del desastre de la bicefalia Almunia-Borrell. Y el líder no puede olvidarlo. De hecho, han sido muchas las ocasiones en que ha avalado su política y su modelo federalista aunque el propio Zapatero confiesa que nunca le ha oído llamarlo “asimétrico”. Ahora Maragall se está empezando a cobrar ese apoyo en forma de presión. Con ello, pone a Zapatero en un aprieto ya que el Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo es uno de los activos electorales que el PSOE más exhibe para mostrar su capacidad de hacer política de Estado. Lo hace cada vez más a menudo como el paradigma del consenso político nacional, eso sí, gracias al PSOE.

En ello están con Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y Jesús Caldera, principales artífices de la negociación con el PP y el Gobierno en diciembre del año 2000. José Blanco, sin embargo, podría convertirse en una de las puertas por las que el PSOE dejara pasar la corriente. No en vano, fue valedor de su amigo gallego Emilio Pérez Touriño, de la cuerda de Maragall, y partidario de un pacto con el nacionalismo de Beiras (BNG). Sólo Vázquez, alcalde de La Coruña, contrapesa ese peligro.

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