L D (EFE) Ha sido un viernes negro para Argentina, que ha recibido un duro golpe, porque Gaudio se quejaba de problemas en un codo, y un día de gloria para el conjunto español, que afronta la segunda jornada pletórico de moral sabiendo que sigue invicto este año en la Copa Davis, con un parcial de 12 puntos ganados, cinco contra Bélgica en Sevilla, otros cinco contra Croacia en Valencia y los dos de ahora en Málaga. El propio Gustavo Luza, capitán del equipo argentino, reconoce que "estamos golpeados", aunque recuerda que el año pasado en la semifinal contra Rusia también se encontraban en esta misma situación al término de la primera jornada para terminar ganando. Eso sí, el encuentro de dobles de este sábado, a partir de las 12,30 horas, entre Alex Corretja-Albert Costa y Agustín Calleri-Lucas Arnold, puede ser decisivo para que el conjunto español logre por cuarta vez en su historia la final del torneo de la Ensaladera de Plata.
Al Gato Gaudio se le fueron todas sus opciones de lucha ante Ferrero en el quinto juego del primer set cuando dispuso de 3-1 y dos puntos para marcar el 4-1. Hasta ese momento no había aparecido el número uno del mundo en acción, el actual campeón de Roland Garros, finalista del Abierto de EEUU y sus golpes letales. Pero bastó que el valenciano calibrase mejor sus disparos y que el bonaerense no supiese aprovechar sus oportunidades, para que el partido cambiase radicalmente. Fueron sus dejadas las que rompieron el ritmo a Gaudio y le hundieron en un estado mental del que no supo reaccionar, pese a que lo intentó, pero todos sus esfuerzos se transformaban en mejores puntos de Ferrero que ganó 14 juegos consecutivos en una demostración global, prácticamente insuperable. Su frase, "me siento mal por el equipo, por el país y por todo lo que representa jugar la Copa Davis, pero hice todo lo que pude", y sobre todo, "estoy aquí, vine, di la cara, fui, jugué y perdí, ¡qué puedo hacer!" reflejan la impotencia de Gaudio y también el elogio al juego del español.
En el otro encuentro, Zabaleta estaba jugando el partido de su vida contra Carlos Moyá, su mejor amigo. Se mostraba intratable el de Tandil, seguro y confiado, mientras que el mallorquín no encontraba su sitio en la pista. Pero con dos sets arriba Zabaleta se acercó a la red para rematar una bola y sufrió un calambre en la pierna izquierda, en el quinto juego, y ahí la historia cambió en su contra. El argentino resistió como pudo intentando que el dolor y la contracción desaparecieran. Podía ser cuestión de tiempo. Gustavo Luza le animaba. "Arriba, arriba, vamos", le decía, y le aplicaba hielo en las dos extremidades, y aunque el dolor le impedía moverse, Mariano aguantó los dos sets siguientes como pudo. Moyá aprovechó la ocasión, pues en un partido a cinco sets todo puede suceder, y supo aferrarse a una posibilidad que parecía desaparecida a mitad el partido. El mallorquín sólo perdió un juego en los tres últimos sets porque su rival estaba roto y sin posibilidades.
Al Gato Gaudio se le fueron todas sus opciones de lucha ante Ferrero en el quinto juego del primer set cuando dispuso de 3-1 y dos puntos para marcar el 4-1. Hasta ese momento no había aparecido el número uno del mundo en acción, el actual campeón de Roland Garros, finalista del Abierto de EEUU y sus golpes letales. Pero bastó que el valenciano calibrase mejor sus disparos y que el bonaerense no supiese aprovechar sus oportunidades, para que el partido cambiase radicalmente. Fueron sus dejadas las que rompieron el ritmo a Gaudio y le hundieron en un estado mental del que no supo reaccionar, pese a que lo intentó, pero todos sus esfuerzos se transformaban en mejores puntos de Ferrero que ganó 14 juegos consecutivos en una demostración global, prácticamente insuperable. Su frase, "me siento mal por el equipo, por el país y por todo lo que representa jugar la Copa Davis, pero hice todo lo que pude", y sobre todo, "estoy aquí, vine, di la cara, fui, jugué y perdí, ¡qué puedo hacer!" reflejan la impotencia de Gaudio y también el elogio al juego del español. En el otro encuentro, Zabaleta estaba jugando el partido de su vida contra Carlos Moyá, su mejor amigo. Se mostraba intratable el de Tandil, seguro y confiado, mientras que el mallorquín no encontraba su sitio en la pista. Pero con dos sets arriba Zabaleta se acercó a la red para rematar una bola y sufrió un calambre en la pierna izquierda, en el quinto juego, y ahí la historia cambió en su contra. El argentino resistió como pudo intentando que el dolor y la contracción desaparecieran. Podía ser cuestión de tiempo. Gustavo Luza le animaba. "Arriba, arriba, vamos", le decía, y le aplicaba hielo en las dos extremidades, y aunque el dolor le impedía moverse, Mariano aguantó los dos sets siguientes como pudo. Moyá aprovechó la ocasión, pues en un partido a cinco sets todo puede suceder, y supo aferrarse a una posibilidad que parecía desaparecida a mitad el partido. El mallorquín sólo perdió un juego en los tres últimos sets porque su rival estaba roto y sin posibilidades.