L D (EFE) Los altos cargos civiles del Pentágono habían avanzado que, a partir de ahí, la cifra de soldados podría ir reduciéndose. Sin embargo, las malas previsiones acerca de la evolución de la seguridad en suelo iraquí han hecho que los militares sugieran que el nivel de fuerza se mantenga durante los próximos ciclos de despliegue, de un año de duración, hasta el que concluye en marzo de 2006, según un oficial de alto rango.
Este oficial ha dicho que mantener 100.000 militares en Irak hasta 2006 supondrá estirar casi al máximo durante varios años la capacidad de despliegue del Ejército de Tierra, que ya afronta graves problemas de este tipo. Tanto el presidente estadounidense, George W. Bush, como el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, han reiterado en varias ocasiones que el nivel de fuerzas en Irak es el solicitado por los jefes militares responsables de las operaciones.
Sin embargo, The New York Times recuerda que la cifra final del contingente estadounidense en Irak dependerá de cómo progrese la devolución del poder político a los iraquíes y las negociaciones entre Washington y el nuevo poder que surja en Bagdad. Actualmente, unos 118.000 iraquíes están enrolados en las fuerzas de seguridad y Estados Unidos quiere potenciar rápidamente esa cifra para que esas unidades asuman cada vez más responsabilidades.
Los policías y milicianos iraquíes tienen la ventaja de que pueden ganarse la confianza de la población y conseguir más información sobre los milicianos del antiguo partido Baaz del presidente derrocado Sadam Husein y sobre los combatientes extranjeros que se han infiltrado en Irak. Por el contrario, los militares estadounidenses reconocen que tienen problemas para conseguir información de inteligencia fiable, debido tanto a la barrera idiomática como a la desconfianza que les muestra buena parte de la población.
Este oficial ha dicho que mantener 100.000 militares en Irak hasta 2006 supondrá estirar casi al máximo durante varios años la capacidad de despliegue del Ejército de Tierra, que ya afronta graves problemas de este tipo. Tanto el presidente estadounidense, George W. Bush, como el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, han reiterado en varias ocasiones que el nivel de fuerzas en Irak es el solicitado por los jefes militares responsables de las operaciones.
Sin embargo, The New York Times recuerda que la cifra final del contingente estadounidense en Irak dependerá de cómo progrese la devolución del poder político a los iraquíes y las negociaciones entre Washington y el nuevo poder que surja en Bagdad. Actualmente, unos 118.000 iraquíes están enrolados en las fuerzas de seguridad y Estados Unidos quiere potenciar rápidamente esa cifra para que esas unidades asuman cada vez más responsabilidades.
Los policías y milicianos iraquíes tienen la ventaja de que pueden ganarse la confianza de la población y conseguir más información sobre los milicianos del antiguo partido Baaz del presidente derrocado Sadam Husein y sobre los combatientes extranjeros que se han infiltrado en Irak. Por el contrario, los militares estadounidenses reconocen que tienen problemas para conseguir información de inteligencia fiable, debido tanto a la barrera idiomática como a la desconfianza que les muestra buena parte de la población.