L D (EFE) Según este informe, presentado en un seminario sobre el estado del bienestar organizado por el Consorcio Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Barcelona, el empleo temporal en España alcanzaba a finales del año 2002 a más del 30 por ciento de los trabajadores, una cifra no igualada por ningún otro país de la Unión Europea. Por edades, la temporalidad superaba al 80 por ciento de los contratos de los jóvenes de entre 16 y 19 años, llegaba al 60% en los trabajadores de 20 a 24 años de edad, y a la mitad de los empleados de 25 a 29 años, cifras que, a su juicio, son un síntoma de precariedad laboral, «un fenómeno complejo en el que confluyen la inseguridad y la pobreza».
Según el estudio, este tipo de contrato temporal se ha convertido en la forma más utilizada de contratación, cuya finalización es la primera causa de despido, y de esta forma se ha institucionalizando un tipo de carrera laboral donde se alternan periodos de empleo y desempleo de forma frecuente. Para Ramos-Díaz, el nivel de trabajo temporal que soporta el país no es tolerable por el efecto nocivo que tiene sobre la estructura misma del mercado, ya que una fuerza laboral constantemente sometida a incertidumbre e inestabilidad es ajena a la dinámica y a los objetivos de las empresas, y, por tanto, poco competitiva. Para este experto, la falta de seguridad hace ineficaz la inversiones en capital humano porque el trabajador tiene pocos incentivos para profesionalizarse en sectores de alta temporalidad, mientras que la seguridad laboral es el requisito previo para las economías de vanguardia.
También señala este trabajo que entre octubre del 2002 y octubre del 2003 se habían firmado 9.038 contratos indefinidos menos que en el mismo periodo del año anterior, reduciéndose la contratación indefinida un 6,38 por ciento, según los datos del INEM. El empleo laboral de carácter temporal se da con más frecuencia en el sector privado, y especialmente en el sector agrícola y en la construcción, y los trabajadores más afectados son las mujeres y los más jóvenes. En cuanto a la duración de los empleos, la mayoría de los trabajadores que tienen un empleo precario lo mantienen entre 13 y 24 meses y, comparativamente, son pocos los que están periodos más largos. Las personas con estudios primarios son los que tienen más posibilidades de tener un empleo precario, mientras que los universitarios los que menos, lo que constata que la cualificación laboral es importante para evitar caer en la precariedad.
Según el estudio, este tipo de contrato temporal se ha convertido en la forma más utilizada de contratación, cuya finalización es la primera causa de despido, y de esta forma se ha institucionalizando un tipo de carrera laboral donde se alternan periodos de empleo y desempleo de forma frecuente. Para Ramos-Díaz, el nivel de trabajo temporal que soporta el país no es tolerable por el efecto nocivo que tiene sobre la estructura misma del mercado, ya que una fuerza laboral constantemente sometida a incertidumbre e inestabilidad es ajena a la dinámica y a los objetivos de las empresas, y, por tanto, poco competitiva. Para este experto, la falta de seguridad hace ineficaz la inversiones en capital humano porque el trabajador tiene pocos incentivos para profesionalizarse en sectores de alta temporalidad, mientras que la seguridad laboral es el requisito previo para las economías de vanguardia.
También señala este trabajo que entre octubre del 2002 y octubre del 2003 se habían firmado 9.038 contratos indefinidos menos que en el mismo periodo del año anterior, reduciéndose la contratación indefinida un 6,38 por ciento, según los datos del INEM. El empleo laboral de carácter temporal se da con más frecuencia en el sector privado, y especialmente en el sector agrícola y en la construcción, y los trabajadores más afectados son las mujeres y los más jóvenes. En cuanto a la duración de los empleos, la mayoría de los trabajadores que tienen un empleo precario lo mantienen entre 13 y 24 meses y, comparativamente, son pocos los que están periodos más largos. Las personas con estudios primarios son los que tienen más posibilidades de tener un empleo precario, mientras que los universitarios los que menos, lo que constata que la cualificación laboral es importante para evitar caer en la precariedad.